Allegados
“Justicia para nuestros familiares. ¡Basta ya!”, “Ya no más muertes y maltrato a las mujeres”, se observaba escrito en las pancartas sostenidas por los parientes de Luis Guillermo Montero (19), Eddy Limardo Contreras Ochoa (20), alías el “Rescate”, y Jonkeiber Morales (16), mejor conocido como el “Yonki”, en la Troncal del Caribe del municipio La Guajira.
Luego de que los medios de comunicación reseñaran, hace dos días, el presunto careo sostenido por las víctimas contra una comisión de Polimara en el barrio Simón Bolívar, Fuego Vivo y el sector Tú y Yo; los familiares de los jóvenes liquidados aseguraron que Luis Alberto Peña Villalobos, funcionario activo del referido organismo policial, los ajustició.
El calor y la represión de la Guardia Nacional Bolivariana no impidieron que la comunidad expresara su indignación ante los ataques perpetrados por el oficial. Armados de valor colocaron los féretros de Luis Guillermo, el “Rescate” y el “Yonki” en plena avenida principal, cubrieron las tapas con cruces de flores e hicieron cadenas de oración mientras le suplicaban a Luis Caldera, alcalde del municipio Mara, que los ayudara.
Cuando los periodistas arribaron, ayer a las 9.30 de la mañana, la multitud les abrió paso para que tomaran sus declaraciones. Videlina Velázquez, abuela de Jonkeiber, aprovechó la oportunidad para relatar cómo lo ultimaron.
Impunidad
El pasado domingo en horas de la mañana, el barrio Simón Bolívar se convirtió en un infierno cuando una docena de uniformados descendió de seis patrullas. A golpes y patadas derrumbaron la puerta de la casa donde el adolescente vivía con Fabiana Bozo (17), su pareja.
Tras someter a la muchacha y meterla dentro de la maleta de una patrulla, entraron a la habitación, apuntaron al joven con un arma de fuego y lo obligaron a levantarse de la cama. En un descuido de los Polimara, atravesó corriendo el umbral de la puerta metálica que da hacia el patio trasero, se subió a la cerca de concreto e intentó escapar.
Uno de los policías lo haló por la camisa, al caer en el suelo lo arrastró hasta el cuarto, desenfundó la pistola que llevaba en el cinturón y le propinó nueve balazos en la espalda, comentó un testigo del hecho, cuyo nombre no quiso revelar.
Después de cometer el crimen, “arrasaron con todo a su paso”, de la cama, el aire acondicionado, el televisor, la nevera, la cocina, entre otros equipos electrodomésticos no quedó nada. Los vecinos aseguran que los funcionarios celebraron la muerte del infortunado. Entre risas se probaban su ropa en el frente de la vivienda.
Una vez que abrieron la maleta y sacaron a la esposa del fallecido le preguntaron: “¿Cuántas veces se había acostado con él?”, acto seguido manosearon su seno derecho. La víctima les confesó que tenía cuatro meses de embarazo con la esperanza de que la dejaran en paz.
Abuso de autoridad
Tras robar un abasto, amordazar con tirraje a un vecino, desvalijar dos casas, abusar sexualmente de una menor y golpear en el abdomen a Kimberly Galué, mataron a Eddy Contreras, mientras dormía en su casa.
En una camioneta Pick-up roja, los habitantes del barrio vieron cómo se paseaba Peña, sonreía y gritaba: “Yo soy Dios. Los mataré a todos”, aseguró un allegado al occiso.
Luis Guillermo, corrió con la misma suerte, cuatro impactos de bala acabaron con su vida. Los oficiales tumbaron la puerta de su vivienda, entraron a la habitación donde dormía y descargaron sus armas de fuego contra él. “Maquillaron las escenas de los tres homicidios y lo hicieron parecer como resistencias a la autoridad”, aseguró la comunidad.
Los habitantes de la barriada comentaron que el oficial de Polimara apunta a los niños con su arma de reglamento. Después de matar a sus víctimas se burla de ellas.
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