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No es difícil advertir, la urgente necesidad que vive nuestra sociedad, de respetar las normas mínimas que deben identificar la conducta ciudadana. Sin duda, esto nos facilitaría la convivencia con los demás, pues son pautas que se establecen con el fin de fijar ciertos límites, para guiar la forma como actuamos frente a situaciones que pueden afectar a los otros.
Este es un asunto del cual no nos debemos desentender, pues a pesar que es un compromiso de todos, muchas veces obviamos su importancia y caemos en su incumplimiento. Recordemos que consisten en principios pensados para facilitar la coexistencia. Son cánones, con el fin de procurar el bienestar común.
En los espacios públicos, como calles, plazas o sitios de alta concurrencia, estas son normas que permiten que los ciudadanos, puedan disfrutar sin afectar a los demás y ajustados al debido comportamiento.
Del mismo modo, sería ideal que todos nos propongamos acatar el orden, así como demostrar un comportamiento cívico, respetar los turnos en las filas, ceder el paso al conducir, no generar desperdicios en lugares públicos, cuidar los bienes comunes, entre otros ajustes importantes en nuestra conducta. De esta manera, estaremos aportando un significativo grano de arena al esfuerzo de mantener la armonía ciudadana.
Qué diferente sería, si cada uno hace el propósito de cumplir con las señales de tránsito, existentes para establecer la manera como el ciudadano debe actuar en cada caso, necesarias para el correcto desenvolvimiento en la vía pública, acatando las prohibiciones en determinadas situaciones.
También se pueden considerar como una conducta ciudadana apropiada, evitar ofrecimientos de dinero o favores a funcionarios públicos, con el fin de encubrir faltas a las normas o eludir su cumplimento.
En general, se debe proceder de forma que la actuación propia sirva de modelo y sea imitada por los demás individuos. Lo ideal, es que todos adopten la necesidad de establecer y cumplir estas pautas, para garantizar la conveniencia del colectivo.
Es importante, que las personas tomemos conciencia de la necesidad de cambiar el comportamiento inadecuado, asumiendo cada uno esa decisión como nuestro aporte individual, de manera que sirva de ejemplo a otros que deseen sumarse a la transformación de nuestra sociedad, a través de una conducta ciudadana que beneficie a todos por igual.