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A 66 días del fin de 2016, Venezuela celebró esta semana 128 años transitando por el mundo de la electricidad arrancando en Maracaibo en 1888, con motivo del centenario del natalicio del general en jefe Rafael Urdaneta, hito que convirtió a Maracaibo en la tercera ciudad en conocer la luz eléctrica en el mundo. En los primeros 110 años nuestro país dictó cátedra en la materia en América Latina mostrando grandes logros independientemente de la propiedad de los activos e infraestructura. Es decir, el modelo de gestión y no la propiedad de los activos es la clave del éxito.
En tal sentido, hubo grandes éxitos en empresas de gestión estatal y privada y los cambios de propiedad no resultaron traumáticos ni para el país ni para la calidad del servicio, hasta llegar a 94 por ciento grados de electrificación, sistemas de extra alto voltaje y para ese entonces la segunda planta eléctrica más grande del mundo. En ese primer siglo y década, la electricidad se anticipaba a los requerimientos del progreso.
Pero en los últimos 18 años llegó la dictadura y todo se volvió un libertinaje de corrupción, el servicio se deterioró, el progreso nacional está en jaque y la calidad de vida va palo abajo y para rematar, una “nueva ley eléctrica” mal concebida y conceptuada en la Asamblea Nacional, complica el rescate del buen estado del Servicio Eléctrico Venezolano, (SEV), el cual celebró las efemérides en 10 estados con intensos apagones, pese al retroceso inédito de consumo en más de una década.
Resultado, la destrucción económica del país vía corrupción y la asfixia del consumo de energía. La solución pasa por la refundación nacional para generar un marco institucional de respeto que no se puede lograr con cambios pendulares, más bien se necesita claridad y probidad.
Debemos estar del lado correcto de la historia, el tiempo ha existido siempre; no hay sustituto, la salida es para ya, porque para mañana sería tarde. Pero depende de cada uno de nosotros acabar con esta penosa agonía causada por la dictadura que mal sobrevivimos. ¡Manos a la obra que sí se puede!