Cortesanos republicanos

En el horizonte no se vislumbra un nuevo equilibrio basado en un poder económico emergente que como en el siglo XVIII cambiara las reglas del juego

 

El regionalismo se ha convertido en una farsa adornada de folclore. Basta tratar de identificar cada región del país para percatarse que sus principales referentes son expresiones culturales populares, alguno que otro paisaje y en el mejor de los casos contar con ciertos recursos naturales. Pero en términos de capacidad económica e independencia política las regiones no son más que mendigos que esperan las dádivas de la Capital; en Venezuela la economía y la política comienzan y terminan en Caracas.

Esa carencia de autonomía regional no se revierte solo con reformas normativas como la Descentralización, o distribuciones regionales en la representación política a nivel legislativo, ni mucho menos a partir de la asignación presupuestaria. La verdadera autonomía comienza con la independencia intelectual, con la capacidad de pensar a partir de la propia realidad, y como consecuencia de esa reflexión que los principales actores de la región actúen de manera consensuada. Pero esto es una utopía en tanto que los recursos económicos los controla el Estado y éste es centralista, por lo que todos (tanto en el sector público como en el sector privado) se convierten en cortesanos tratando de ganar el favor del Rey.

Los cortesanos competían entre sí para obtener el favor real, sin darse cuenta que cooperando tendrían fuerza suficiente para establecer un sistema, en el que el poder se distribuyera de manera más horizontal. Al final fue un poder económico emergente (originado a partir de la Revolución Industrial) el que alteró el equilibrio establecido y cambió las reglas de juego de la Monarquía. 

En Venezuela el baile de los cortesanos alrededor del Rey continúa, solo que hoy la Monarquía tiene rostro contemporáneo y la corte está compuesta por políticos y empresarios. En el horizonte no se vislumbra un nuevo equilibrio basado en un poder económico emergente que como en el siglo XVIII cambiara las reglas del juego, y es así donde las regiones deben jugar un rol protagónico. Lancashire, un condado de unos dos millones de habitantes en el Reino Unido fue un referente de la producción textil, a partir de la cual se desarrolló la Revolución Industrial; y posteriormente Manchester fue epicentro de dicha transformación económica. Medellín, Barcelona, Monterrey, son ejemplos de ciudades que han movido el eje del poder económico y han sido capaces de construir su propio porvenir. 

¿Cuál es el punto de partida? Creer y saber, que se cuenta con el talento humano para replantear las condiciones dominantes.   

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