Por medio de una antena de tres átomos de espesor, las ondas electromagnéticas de corriente alterna se convierten en electricidad de corriente continua
Un equipo de científicos estadounidenses y españoles desarrolló un dispositivo flexible que convierte las señales de Wi-Fi en electricidad para lograr que funcionen artefactos electrónicos, médicos y dispositivos portátiles.
En un estudio publicado en la revista Nature los investigadores explican la antena de radiofrecuencia flexible que se encarga de convertir las ondas electromagnéticas de corriente alterna (CA), en electricidad de corriente continua (CC).
La antena es uno de los semiconductores más finos del mundo, la crearon con un nuevo rectificador bidimensional, conocido como disilfuro de molibdeno (MoS2), este material tan solo tiene tres átomos de espesor.
Según el estudio la transformación se logra, cuando las señales de CA, incluido el Wi-Fi, pasan por el semiconductor, se convierten en un voltaje de CC, que tiene la capacidad de dar energía a circuitos y recargar baterías,
La flexibilidad de la antena permite que pueda cubrir áreas grandes y de altura, como las superficies de edificios.
“Hemos ideado una nueva forma de impulsar los sistemas electrónicos del futuro mediante la recolección de energía Wi-Fi de una manera que se integra fácilmente en grandes áreas”, declaró Tomas Palacios, profesor de ingeniería eléctrica en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y coautor del estudio.
Durante las pruebas el dispositivo lograba producir 40 microwatts de potencia cuando obtenía niveles de potencia típicos de las señales de Wi-fi, que son de 150 microwatts. Esta energía es suficiente para iluminar la pantalla de un celular.
El dispositivo no funciona con bajas frecuencias. El material MoS2 es el más rápido en la conversión de la señal, pues captura y convierte hasta 10 gigahertz de señales inalámbricas.
Como el dispositivo no emite litio tóxico se puede utilizar para proveer de energía dispositivos médicos.
Jesús Grajal, investigador de la Universidad Técnica de Madrid y coautor del estudio manifestó que “Es mucho mejor recolectar energía del medio ambiente para alimentar estos pequeños laboratorios dentro del cuerpo y comunicar datos a computadoras externas”.