Nos
Las matanzas colectivas son actos comunes en Venezuela. Las ejecuta el hampa de Estado, de izquierda y de derecha. Todos confluyen en la vorágine del delito en una orgía de sangre, que refleja lo que el Estado-Gobierno ha instituido como forma de vida. La insensibilidad al crimen, aun cuando se trate de niños como el ocurrido en horas recientes en un barrio marabino, solo se contradice cuando el suceso es manejado como noticia y luego de extinguirse el impacto, se pasa la página en espera de otro escándalo igual o superior. Es la tragedia de acostumbrarse a vivir esperando ver quién o quiénes serán las víctimas de un disparate social como el que vive hoy Venezuela. Nos están obligando a ser insensibles como forma de evadir el miedo y la incertidumbre, engañándonos con el respiro sicológico de que “eso no puede pasarme a mí”.
Un país en el cual las causas de la delincuencia masiva ni se analizan, ni mencionan, tienden a ser el mismo escenario de Méjico, Honduras o El Salvador, estados fallidos en el cual el mal absorbió al bien, con la aprobación de la corrupción total. Mientras las víctimas sean en su casi totalidad personas de los estratos sociales más bajos, delincuentes u honestos, eso no preocupa al hampa de Estado que se regodea con el hampa de derecha, disfrutando de las ventajas económicas y políticas que tales hechos le generan. Al fin de cuentas, ellos son invulnerables y en raras excepciones, cuando mas, le matan a un escolta o guardaespaldas, o le arrebatan a sus sifrinas hijas o hijos, un celular o el carro. Esos, son “daños colaterales”.
Venezuela es hoy un país en ruina, no solo económica sino también moral. El desprecio por el estado de derecho es el origen de todos los males y se fundamenta en ejercer el poder en fraude constitucional; la Carta Magna es un parapeto cuyas normas se tergiversan para justificar todas las malignidades, fraudes y trampas del mal gobernar. Y ante la inexistencia de una esperanza de solución, nos aferramos erróneamente a unas elecciones Legislativas, que si se dan, el resultado será el efecto de la aplicación de todos los entuertos que dan garantía de continuidad a esta bochornosa historia contemporánea. Seremos aguafiestas señores de la MUD, pero realistas. Continúen bailando al son del régimen y los Castro y seguirán siendo vapuleados.