Crisis de hegemonía

 

Cuando estas crisis tienen lugar, sino se encauzan las soluciones por las vías democráticas, como ocurrió en Venezuela a finales de 1998 con las elecciones presidenciales de entonces, la situación inmediata se vuelve delicada y peligrosa

En la Venezuela de hoy, al igual que la de finales de la década de los 90 está inmersa en una crisis de hegemonía, sin embargo, el escenario actual de miseria y pandemias en lo social; la destrucción y ruina del aparato productivo nacional en lo económico; la ruptura del hilo constitucional por el secuestro de las instituciones y poderes públicos del Estado por parte del Ejecutivo nacional, así como la judicialización y criminalización de la disidencia en lo político en grados superlativos, la hacen incomparable con el contexto social, político y económico de finales del siglo pasado, desde todo punto de vista.

La crisis de hegemonía decía el filósofo italiano Antonio Gramsci, se producía cuando los grupos sociales se separan de quienes regentan el poder a través de partidos políticos o formas de organización social tradicionales, debido a que los hombres que las dirigen o liderizan, ya no representan el sentir colectivo, o no son ya reconocidos como su expresión por su clase o fracción de clase. Cuando estas crisis tienen lugar, sino se encauzan las soluciones por las vías democráticas, como ocurrió en Venezuela a finales de 1998 con las elecciones presidenciales de entonces, la situación inmediata se vuelve delicada y peligrosa, porque el campo queda abierto a las soluciones extremas.

Por la sencilla razón que una situación política como esta, donde quien rige el poder es incapaz de imponer su hegemonía de manera consensuada debido a la pérdida del respaldo de las masas populares, producto de su nefasta y abominable gestión de gobierno; se genera entonces un conflicto político y social interminable y pendular, del cual no surge ninguna autoridad estable, el cual va mas allá de los actores o grupos políticos que actúan en el sistema; siendo la sociedad en aras de su supervivencia quien termina jugando el papel principal e irreverente ante el poder miserable que lo oprime y lo esclaviza. 

Debido a que ese es el terrible papel que terminan ejerciendo quienes pretenden por la fuerza de la corrupción, represión, judicialización y coerción, perpetuarse en el poder a través del absolutismo político, concentrando todos los poderes del Estado en una sola persona. Se hace necesario destruir cualquier factor de contrapoder o que sirva de contrapeso como lo es el poder económico representado por el sector productivo privado; el cual por razones de su propia naturaleza representa un elemento de contención para la imposición del sistema totalitario, el cual busca controlar todos los aspectos de la vida de una nación; por ser la indubitable garantía para su permanencia en el poder.

El posterior advenimiento del comunismo como la última etapa del proceso; de allí que sea impretermitible la instrumentación de reformas constitucionales, en aras de constituir el Estado comunal, para romper de manera formal con el sistema político existente, sin importar cuales sean los medios necesarios para tal fin, ya que este último lo justifica desde la ética y moral revolucionaria.  

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