El Gobierno busca atizar llamas, vertiendo odio xenofóbico contra Colombia y por supuesto toda esta maraña cuya factura trae el hedor de los viejos asesinos de Cuba
Ni una frase conciliatoria, ni un rasgo de inteligencia en su verbo y acción, desaforado y altanero. Mostrando un bien trazado plan de destrucción, sin asomo de respeto para los humildes seres que soportan la embestida militar amparada en un decreto cuestionable, busca capear un temporal que difícilmente logrará; el Presidente actúa con apariencia desafiante ante un pueblo, un país y una opinión pública nacional e internacional, que intuyen el origen del libreto contenido en ese decreto 1950, con olor y sabor cubano, caracterizado por la ausencia total del debido proceso claramente establecido en el artículo 49 de la Constitución nacional, sin procedimiento alguno que les permita defenderse, sin medir los efectos de prescripciones adquisitivas o extintivas o cualquier defensa. Manos militares, son jueces y verdugos, sin ninguna actuación jurisdiccional. Se están violando derechos humanos fundamentales protegidos por la legislación nacional e internacional .
Aislados en sus irrealidades y actos de prepotencia, ignoran una conciencia colectiva que rechaza y se asquea con los sucesos de San Antonio; ese reproche se genera en la sensibilidad de una población lesionada por 16 años de mal vivir y menospreciado por una inferioridad numérica que dilapidó el patrimonio nacional. Es imposible no ver y oír la protesta masiva. Ya el presente le es adverso a Maduro y el futuro será peor.
Triste realidad la que vivimos. El Gobierno busca atizar llamas, vertiendo odio xenofóbico contra Colombia y por supuesto toda esta maraña cuya factura trae el hedor de los viejos asesinos de Cuba, hermanos en la maldad y la manipulación, quienes aprovechando las conversaciones de paz de La Habana entre Gobierno y guerrilla colombiana, saben que Santos debe pisar con mucho cuidado en estos cruciales momentos. Eso lo sabe la guerrilla, los Castro y Maduro. Por ello, aprietan. Entuertan el ambiente venezolano, quieren crear caos e incertidumbre. Y lo logran.
Perpetuarse en el poder, luchando contra sus propias debilidades y desafueros. Pagando por su desgobierno y corrupción, tratan de endilgar a otros lo que todo el mundo sabe que ellos hacen e hicieron. No tienen ni argumentos, ni credibilidad. Acciones crueles empañan el gentilicio venezolano, aun sin nuestro consentimiento