Los “cuadrantes” fueron sembrados en todo el país. Decenas de láminas fueron utilizadas para demostrar los “logros” del régimen en materia de seguridad
Hace unos cuantos meses, probablemente un año o más, que el Gobierno anunció, con bombos y platillos, que el régimen pondría en práctica, en cuestión de minutos, un operativo “inédito” en el mundo, como todos los demás disparates de la “revolución”, para combatir la guerra que la delincuencia organizada le ha declarado a los venezolanos. El descubrimiento de la cúpula política y gubernamental, con el cual iban a desaparecer los hechos delictivos en todo el territorio nacional, generó un optimismo forzoso en la colectividad.
Supongo que la sociedad venezolana, atenta siempre a cualquier iniciativa para resolver el trágico drama de la inseguridad personal, quedó a la expectativa para saber de qué se trataba. En efecto, rodeado de altos jefes militares y policiales, el mandatario mayor, con ínfulas de triunfador, describió prepotentemente el “novedoso plan” (si bien recuerdo, se trataba del número 22 para erradicar la violencia, sin resultados positivos hasta ese momento). Ese día conocimos, de los labios del alto funcionario, lo “último” que se ha diseñado en el planeta en materia de seguridad ciudadana: los cuadrantes.
Una vez más, en esa misma fecha, los venezolanos fuimos perturbados por una cadena de radio y televisión, para explicarnos bien la novedad del siglo. Después de las descripciones de rigor, el pueblo escuchó -lo pienso así- esperanzado la larga y tediosa información. Decenas de láminas fueron utilizadas para demostrar los “logros” del régimen en materia de seguridad.
Vale decir que los “cuadrantes” fueron sembrados en todo el país. Por supuesto, muchos de ellos en el estado Zulia. Como en todas partes, los homicidios comunes, las víctimas por sicariatos y quienes se “enfrentan” a los cuerpos policiales y pierden la vida se ha multiplicado. La sombra de la muerte trágica cubre hoy toda la geografía del Zulia. Parece que los “cuadrantes” se descuadraron y el Gobierno regional lo único que puede hacer es contar los crímenes. ¡Ojalá que el gobernador recordara sus promesas!