Cuádruple asesinato en la vía al Country Club

Alrededor de los cuerpos se encontraban pertenencias personales y fotografu00edas. (Fotos: Maru00eda Fuenamyor)

A Carlos Eduardo Galué (29), Geobardy Villalobos, y a sus dos acompañantes, aún por identificar, los mataron a escopetazos al oeste de Maracaibo. La Policía se inclina a la venganza y al ajuste de cuentas como móviles. A las víctimas les ataron sus manos en la espalda antes de dispararles en la cabeza

Sobre un charco de sangre seca encontraron ayer los cadáveres de cuatro jóvenes en el sector Pata ‘e Gallina, vía al Country Club, parroquia San Isidro de Maracaibo. A todos les ataron las manos a la espalda y les dispararon con una escopeta en la cabeza. 

La Policía científica identificó a dos de las víctimas por los documentos esparcidos por el terreno. Un carné de la Universidad Bolivariana y una licencia de conducir a nombre de Carlos Eduardo Galué del Toro (29) y otra pertenecía a Geobardy Villalobos.

Alrededor de los cuerpos se encontraron billeteras vacías, cédulas de identidad, tarjetas bancarias, carnés, fotografías de presuntos familiares: tres mujeres, cinco hombres y cuatro bebés, y la carrocería desvalijada de un Fairlane 500, azul con blanco.

Los oficiales de la Policía científica presumen que el cuádruple homicidio lo ejecutaron en la madrugada. Había mal olor, posiblemente por la sangre seca y coagulada, pero a las víctimas no se les calcula más de 30 horas de muerte.

Los cadáveres los ocultaron cerca de unos árboles de un camino de asfalto y arena. A un costado de la carretera acomodaron, como en un semicírculo, a los occisos. Al llegar, los funcionarios se toparon primero con Galué, estaba sin camisa, descalzo, con sangre seca sobre su abdomen, vestía una bermuda gris nácar con franjas verde oscuro y se le apreciaba un boquete en su oreja izquierda que se extendía a su mejilla.

Al lado de Galué yacía Villalobos. No tenía camisa, lucía un jean celeste decolorado en la parte frontal de las piernas, bóxer negro con azul, medias percudidas y alpargatas negras con gris. Los homicidas le dispararon a quemarropa en el ojo izquierdo y le volaron los sesos, parte del cráneo, cuero cabelludo y sacaron de órbita su ojo derecho. Su boca quedó abierta y se le veía la falta de un diente frontal. En cada hombro tenía tatuado una estrella negra con rojo.

Debajo del costado de Villalobos lanzaron a la tercera víctima, de esta no se encontraron documentos en la zona. Era un joven trigueño, quien vestía ropa interior azul eléctrico, jean verdoso desgastado en las piernas y medias negras, estaba sin camisa y no se apreciaba su herida. 

Del cuarto muerto tampoco se conoció su nombre. Cerraba el semicírculo y sus asesinos le taparon la cabeza con un suéter rojo antes de dispararle. Era de contextura delgada, tez blanca, con barba y bigote poco poblado y su atuendo era un jean beige, interiores blancos y alpargatas negras.

Unos 10 funcionarios rondaron por la escena del crimen hasta las 11.16 de la mañana cuando la furgoneta de la morgue llegó y en ella trasladaron los cuerpos hasta la morgue forense. Hasta ahora los detectives se inclinan a la venganza y al ajuste de cuentas como móviles principales. Esperan entrevistar a los familiares para descartar hipótesis. 

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