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Viendo las situaciones inverosímiles que suceden en el país en todos los órdenes, uno no se pregunta si realmente existe un Gobierno en Venezuela. Considero que Gobierno, como lo concibe la cultura occidental “eso no se jalla”, como diría mi abuelo Clímaco. La cifra de 25 mil asesinatos en un año es una contundente señal: Venezuela, lamentablemente, es uno de los territorios más violentos del planeta. Mucho más grave aún es que difícilmente en estados en guerra se registren números como estos. Bandas de delincuentes actúan con total impunidad: extorsionan, secuestran, violan, asesinan y parecieran ser los émulos de Robin Hood, compartiendo sus botines con la gente para que los apoye y los esconda. Extraña la actitud indiferente, por no decir complaciente, del Gobierno y cuando muestra espasmos de actuación, lo hace a través de uno de los mecanismos más nefastos e ineficientes que nos legaron los españoles, las alcabalas.
Dudo si hay Gobierno, porque es inconcebible que el Banco Central no ejerza la política monetaria y cambiaria, pareciera que el ente delegó de facto su atribución constitucional en factores que actúan libremente en las redes sociales. Sospecho que intereses oscuros se mueven soterradamente para lucrarse en este marco de incertidumbre y en su accionar están desangrando a todos los venezolanos. Los trabajadores, profesionales, obreros, jubilados y pensionados imploran al ejecutivo que tome acciones que los ayuden a sobrevivir ante la pérdida del valor de sus ingresos y ahorros.
El tema de la escasez de productos y las largas colas se agrava cada día más. Creo que sería mejor cambiar nuestra dirección de domicilio, porque si permanecemos más de 12 horas diarias en colas para conseguir productos, es más fácil recibir nuestra correspondencia en el abasto o en el supermercado. En medio de tantas penurias también debemos ir pensando en recuperar la normalidad cotidiana, esa normalidad que nos aconsejaba a usted y a mí solo comprar lo necesario por estar seguros de que al volver al supermercado, encontraríamos los productos para reconstituir nuestra despensa.
Concluyo por donde empecé, solo percibimos dirección. Cando criticamos al Gobierno, este reencarna en el espíritu del expresidente mejicano, Plutarco Elías Calles, a quien se le atribuye la frase: “Todo el apoyo y comprensión para mis amigos y todo el peso de la ley para mis enemigos”