Cuando la calidad académica hace la diferencia

La crisis universitaria es un componente fundamental en la crisis general del país, de allí la necesidad de asumir cambios profundos en los modelos de gestión

 

Cerramos esta semana con noticias que recargan el optimismo en la universidad: primero, el consenso entre Fapuv-Gobierno, con el consiguiente retorno a las aulas; además, del hermoso acto de entrega de la orden “Dr. José Jesús González Matheus”, en la Facultad de Agronomía, ceremonia que ratifica a la excelencia como valor fundamental de la institución universitaria.

Qué mejor manera de honrar los 56 años de existencia de la Facultad de Agronomía que reconocer el liderazgo y las contribuciones para forjar el potencial agrícola y pecuario que estamos obligados a recuperar en medio de la crisis de nuestros campos y comunidades agrícolas.

Hoy la universidad, como en cada uno de sus ciclos históricos, está bajo la presión de las críticas y de los cambios que se deben operar en la organización académica y administrativa. 

Nadie ha dicho que transformarnos sea una tarea fácil, en medio de la severa polarización política del país, con una inversión presupuestaria cada vez más insuficiente, a causa de la caída económica, con la excesiva inflación y un modelo de asignación de recursos obsoleto. 

Pero lo más difícil es avanzar cuando falla la voluntad y el mayor reconocimiento de quienes nos gobiernan hacia las instituciones responsables de la formación de alto desempeño. La crisis universitaria es un componente fundamental en la crisis general del país, de allí la necesidad de asumir cambios profundos en los modelos de gestión tanto en la institución como en el Gobierno. 

No hay duda de que la universidad está obligada a transferir hacia la sociedad un papel más activo, abordando las problemáticas y formando un liderazgo socialmente responsable.  Sin embargo, el reto está en cumplir esa misión sin agotarse en los problemas que la desgastan, como el decrecimiento en la calidad de vida de su personal y  el deterioro constante de los parámetros académicos.

Lo razonable es que el esfuerzo transformador que tanto pregonan las políticas públicas, se traduzcan en verdaderos incentivos y estímulos a la docencia e investigación de calidad que requiere el país.

Estamos preparados para el reinicio de las clases. Es una nueva oportunidad para que universidades y gobiernos sumen soluciones, anulando el antagonismo con una relación más productiva en beneficio del pueblo venezolano.

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