Hace
Hace quince días tuve la fortuna de facilitar en Venezuela, una actividad de capacitación donde el tema a desarrollar era ”Cómo prevenir y gestionar la violencia en centros de trabajo”. Se conformó un interesante grupo de socios de aprendizaje de empresas ligadas a las industrias cervecera, farmacéutica, cigarrera, empresas de seguridad y banca, entre otras. Durante todo un día se intercambiaron conocimientos y experiencias alrededor de incidentes violentos protagonizados por trabajadores o sus familiares, clientes, contratistas y delincuentes.
Quizá por tratarse de situaciones que generalmente se “resuelven” puertas adentro de las organizaciones, son poco conocidas, no se realizan los registros que permitan levantar estadísticas que faciliten la toma de decisiones eficiente para futuras oportunidades, ni se manejan con el equipo profesional necesario.
Es innegable que cada vez con mayor frecuencia se presentan casos donde los trabajadores son víctimas de individuos agresores. El ejemplo más común es aquel provocado por los delincuentes que ingresan a centros de trabajo para realizar robos, y durante el desarrollo del delito agreden y hasta asesinan a trabajadores. En esas oportunidades no hay una relación entre la víctima, el agresor y la organización. Ocurren generalmente en tiendas, bancos o servicios de taxi. La Occupational Safety and Health Administration (OSHA), de los Estados Unidos, clasifica estos eventos como Tipo 1.
Los eventos tipo 2 pueden suceder en prisiones, centros de estudio o de salud entre otros. Existe o existió una relación de negocios, comercial o profesional entre el autor de la violencia y la organización. Las víctimas pueden ser pacientes, estudiantes, clientes o detenidos.
Cuando hay o existió una relación de empleo con la organización, el tipo de violencia se clasifica como tipo 3. Los agresores pueden ser empleados o ex empleados, contratistas o trabajadores temporales. Puede ocurrir en cualquier tipo de organizaciones.
La tipo 4 es generada por relaciones íntimas actuales o anteriores del trabajador. Los agresores pueden ser cónyugue, ex cónyugue o familiares.
Todos los tipos de violencia antes mencionados si bien es innegable que afectan de primera mano al trabajador, también repercuten a las organizaciones. Se crean picos negativos de productividad, incide en la reputación e imagen de las empresas, pueden incrementar las primas de las pólizas de seguros, generar sanciones o demandas y provocar ruidos que impactan el clima organizacional. De allí que la violencia en áreas de trabajo debe enfocarse como un tema de importancia, que requiere de un sistema de gestión acorde a la naturaleza de la organización, sus dimensiones, el entorno, los recursos disponibles entre otros.
El tratamiento que le de la organización no debe improvisarse. Una herramienta que ha demostrado su utilidad en numerosos casos es la norma “Prevención e intervención de la violencia en el lugar de trabajo” (ASIS/SHRM WVPI 1-2011). Este documento fue elaborado en el 2011, por ASIS International, la organización más reconocida a nivel mundial para los profesionales de la seguridad; y por The Society for Human Resources Management, la mayor asociación mundial dedicada a la gestión de los recursos humanos. Entre los objetivos de la norma están facilitar la generación de políticas que ayuden a identificar y prevenir conductas amenazadoras y la violencia en áreas de trabajo, perfilar un enfoque proactivo organizacionalmente hablando, el cual se concentre en la prevención e intervención tempranas y orientar la implementación de un programa que permita de forma efectiva, prevenir e intervenir la violencia en los lugares de trabajo.
No subestime la violencia que ocurre o pueda en su organización, evalúe la implementación de un sistema de gestión que al final va a beneficiar el más importante de sus recursos: el humano.