Debido
Ningún Gobierno serio cambia con tanta frecuencia a sus Ministros de Relaciones Exteriores. La permanencia en el cargo obedece a que los responsables de la Política Exterior, con el tiempo, llegan a dominar mejor la agenda mundial además de crear vínculos con sus colegas. En el caso de Venezuela en estos últimos 18 años se ha desprofesionalizado el Servicio Exterior, ideologizado sus presentaciones y se sustituyó a los diplomáticos de carrera por militares y militantes, ello agrava su actual aislamiento.
Después de la brevísima pasantía de Samuel Moncada al frente de la Casa Amarilla, el presidente Maduro afirmó que lo “promovía” nombrándolo Embajador ante la OEA. Pero vemos que ese anuncio era solo para la galería, porque debido a la habitual contradicción, los maduristas podrán entonar el canto en la OEA, de que Venezuela Volvió, volvió, volvió y desde la ANC Delsy Rodríguez continuará con sus insultos.
No es la primera vez que a Moncada lo dejan con los crespos hechos; como representante ante la ONU, al actuar con un mínimo de profesionalismo, logró -en base al principio de rotación que se aplica en la ONU- que Venezuela entrara por dos años en el Consejo de Seguridad, a diferencia del fracaso anterior, cuando el país trató infructuosamente de entrar, bloqueando el endoso alcanzado por el prestigioso canciller Gert Rosenthal de Guatemala.
Esta vez presentó la candidatura oportunamente cuando no había otro candidato por la región; procuró el respaldo de gobiernos (que luego él mismo insultó como Canciller); logró el endoso del Grulac ofreciendo que representaría a los países miembros (para luego presentarlo como el respaldo mundial a la revolución bolivariana); cumplió silenciosamente con la práctica del intercambio de votos apoyando a países de la UE en sus reivindicaciones (para luego atacarlos). Pero de nada le valió esta actuación, ya que ni siquiera lo dejaron sentarse en la silla del organismo de la ONU, porque lo sustituyeron por otro brevísimo canciller, Rafael Ramírez, que pasó dos años sin pena ni gloria.
Al cambiar por el modelo conflictivo de Delsy, tampoco lo ayudó a permanecer.
El nuevo canciller es el multifacético Jorge Arreaza, yerno del Presidente eterno, quien asume el reto de conducir la política exterior en momentos de radicalización del Gobierno. Su mérito -según Maduro- es que “es joven y habla inglés”.