Cuatro nombres se disputan hoy la Presidencia de Venezuela

20 millones de venezolanos podru00e1n participar en las elecciones para escoger al Presidente de la Repu00fablica. (Foto: Archivo)

Henri Falcón, Nicolás Maduro, Javier Bertucci y Reinaldo Quijada son los cuatro políticos que este domingo se enfrentan por conseguir el cargo más importante del país. 20 millones de venezolanos podrán participar en los comicios

Más de 20 millones de venezolanos inscritos en el Registro Electoral están convocados a elegir hoy al próximo presidente de Venezuela. Son cuatro los candidatos que se muestran en el tarjetón electoral, cuyo mayor espacio lo ocupa el presidente Maduro, con mayores opciones según las encuestas.

El segundo, de acuerdo a los números, es el exgobernador Henri Falcón, un disidente del chavismo que pasó a formar parte de los líderes de la MUD, que ahora se separó de la alianza, les desobedeció y se postuló a la Presidencia sin el respaldo de sus aliados.

El expastor evangélico Javier Bertucci, que saltó a la política con esta aspiración; su popularidad ha crecido con rapidez, replicando eventos masivos en los que reparte sopa y arengas religiosas; el propio presidente Maduro ha reconocido sus actos como unos que no había visto el país en muchos años.

El cuarto con aspiraciones a la Presidencia es el ingeniero Reinaldo Quijada, un desconocido en la política venezolana que ha tenido una participación discreta a lo largo de la campaña.

Henri Falcón, enfrentado a todos por la Presidencia

EFE. Henri Falcón es un militar retirado que ha bailado en las arenas del chavismo y de la oposición venezolana sin remordimientos y que ahora, convertido en uno de los favoritos en estas elecciones presidenciales venezolanas, se enfrenta a todos los que una vez fueron sus amigos y compañeros políticos.

El líder fundador de Avanzada Progresista no ha tenido reparos en hacer y deshacer alianzas en su carrera política, en la que ha sido elegido dos veces consecutivas alcalde del municipio de Iribarren, en el estado de Lara, y dos veces gobernador de ese estado, en el oeste de Venezuela.

Saltó de las filas de los precursores de la “revolución bolivariana” a ser parte de la cúpula conocida como el G-7 de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la mayor alianza antichavista que lideró las protestas antigubernamentales del último quinquenio y que en 2015 derrotó en las legislativas por primera vez a los oficialistas en 20 años.

Su posición dentro de la dirección de la MUD siempre ha sido vista con reservas por sus compañeros de plataforma, no tanto por sus orígenes chavistas como por ser considerado un moderado que duda en respaldar las convocatorias de sectores más radicales, como los que representan la formación de Leopoldo López, Voluntad Popular, o Vente, de la exdiputada María Corina Machado.

Su decisión de presentarse a la Presidencia, para lo que desobedeció la decisión de la MUD de no participar en los comicios, lo rescató de uno de los últimos puestos en la listas de popularidad, según las principales encuestadoras del país, hasta llegar a ser el primer opositor con respaldo popular que aspira a convertirse en jefe de Estado.

Falcón se ha sentado a la mesa en casi todos diálogos convocados por el Gobierno de Maduro para contener las crisis y las protestas callejeras, incluso cuando los principales partidos de la MUD tenían previsto no participar o habían puesto en duda su presencia.

Esta vez el precio de inscribir su nombre como aspirante a la Presidencia ha sido separarse de la MUD, la alianza que lavó su pasado chavista y que decidió no participar en los comicios.

Desde entonces ha librado una campaña no solo contra Maduro, sino también para contrarrestar los llamamientos de sus antiguos aliados opositores que desplegaron planes y estrategias para evitar el voto de sus partidarios, los mismos que pueden dar a Falcón una posibilidad de victoria.

Incluso antes de que comenzará la campaña oficialmente, los líderes de la MUD ya habían pedido a Falcón que se retirase, a sus partidarios que no le votaran y disciplina a los partidos para mantener firme a su militancia.

Su candidatura -atípica en la política venezolana, más habituada a los personalismos- se presentó como una propuesta de experimentados políticos y tecnócratas económicos con un plan para destrabar la crítica situación venezolana.

Falcón se casó hace 30 años con Marielba Díaz, hija de una maestra y un comerciante de origen sencillo que se licenció en mercadotecnia y publicidad, y de esa unión han tenido cuatro hijos. Aunque no ha involucrado a su familia en la campaña política, algunos de sus hijos le han acompañado en actividades de la misma.

Maduro, el candidato que promete reparar los errores de su propia revolución

EFE. Nicolás Maduro, presidente de Venezuela y aspirante a la reelección el 20 de mayo, ha prometido reparar los errores cometidos en la llamada “revolución bolivariana” y lograr la prosperidad económica que no consiguió en seis años de Gobierno; tiempo en el que el país ha caído en una profunda crisis.

Con una amplia carrera dentro de la Administración Pública, desarrollada en los últimos 20 años Maduro, de 56 años, que presume de ser el “presidente obrero” que nunca ha pisado una universidad, se ha presentado en esta campaña electoral como el “candidato de la patria”.

En el discurso que repite en cada mitin, asegura que si le dan 10 millones de votos garantizará la paz y dará estabilidad a la apaleada economía venezolana.

“Confíen en mí, yo lo voy a hacer. Yo, Nicolás Maduro. Yo, Nicolás pueblo. Yo, fuerza revolucionaria, en este tiempo histórico lo juro frente a ustedes”, dijo recientemente el jefe de Estado que hizo una promesa similar en el 2014, un año antes de ser elegido presidente.

En marzo de ese año, el ahora líder de la llamada “revolución bolivariana”, iniciada por el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013), juró ante sus simpatizantes en Caracas que derrotaría la “guerra económica”, que asegura promueven desde Estados Unidos, y a la que achaca la escasez de medicinas y alimentos.

Maduro, que durante la gestión de Chávez fue diputado, presidente del Parlamento, canciller, vicepresidente y presidente en funciones, prometió también en 2014 que para este año ya no habría pobreza ni miseria, algo que, por el contrario, ha aumentado, según estudios de las universidades más importantes del país.

En esta campaña, Maduro, que fue dirigente sindical y chófer de autobuses, ha reiterado que es un hombre del “pueblo”, y ya no dice que es “hijo de Chávez”, como repetía en 2013 durante su primera campaña.

El jefe de Estado venezolano “es cálido”, es “afable” y “de risa fácil”, según ha dicho en distintas entrevistas a medios el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez.

Pese a esa “afabilidad”, Maduro es señalado hoy de “dictador”, por el apresamiento de políticos y por las “ordenes” que ha dado a los poderes judicial y moral para que inhabiliten a importantes líderes y partidos de la oposición, incluyendo a su principal rival en las elecciones presidenciales de 2013, Henrique Capriles.

En su mandato, se han encarcelado a destacados líderes, como Leopoldo López, se le han quitado las competencias legislativas al Parlamento, de mayoría opositora, y sus detractores le acusan además de haber acabado con el Estado de derecho, al indicar que todas las instituciones del Estado actúan bajo sus órdenes.

Aunque el “presidente obrero” reconoce que ha cometido errores a nivel económico, rechaza que sea un “dictador” y repite, una y otra vez, que Venezuela es un país democrático que tiene “el mejor sistema electoral del mundo”, mientras sus detractores aseguran que el Poder Electoral opera según sus órdenes.

Bertucci, el candidato que habla de su fe y no de sus empresas

Antes de ser candidato a la Presidencia de Venezuela, Javier Bertucci solo era conocido en el ámbito evangélico, donde se movía como pastor de la iglesia cristiana Maranatha y hoy, tercero en las encuestas, asegura ser el mayor rival del jefe de Estado, Nicolás Maduro, y contar con el apoyo de Dios.

El expastor nació en el estado occidental de Portuguesa en 1969 y ya desde muy joven compaginó la vida religiosa y el mundo de los negocios, pues es dueño de varias empresas, algunas de ellas establecidas fuera de Venezuela y relacionadas con el comercio de suplementos médicos y alimentos.

Su vida no ha estado exenta de conflictos con la Justicia, como la acusación de contrabando de 5.000 toneladas de diésel a la República Dominicana en 2010 o su implicación en la investigación de los papeles de Panamá por el supuesto uso de paraísos fiscales.

Sobre este caso, se filtró que Bertucci tanteó la posibilidad de ser el presidente de una empresa, valorada en 5 millones de dólares, en un paraíso fiscal, a través del bufete Mossack Fonseca.

Por las acusaciones de contrabando, Bertucci fue detenido durante tres días y después fue sometido a arresto domiciliario por otros seis meses. Durante su campaña, ha evitado estos temas.

Bertucci no habla de sus empresas ni de estas acusaciones y prefiere enfrascarse en la crisis económica y social del país en el que “el pueblo pasa hambre”, y por eso su campaña se ha enfocado en repartir platos de sopa en barriadas populares entre discursos cargados de referencias a dios y citas bíblicas.

Quijada, el amante del teatro que quiere devolver la moral a la política

Reinaldo Quijada, el aspirante a las presidenciales venezolanas de más bajo perfil, es un amante del teatro y la literatura que nació hace 58 años en Suiza, que apoyó al fallecido presidente Hugo Chávez en sus inicios y ahora asegura que su candidatura busca devolver la moral a la política en su país.

Este ingeniero electrónico se lanzó como candidato a la Presidencia pese a que entre los cuatro candidatos se ubica en el último lugar y de allí no se ha movido, y no se le ha visto hacer el menor esfuerzo por darse a conocer ni en propagandas audiovisuales, ni en afiches y mucho menos ofreciendo mítines.

Quijada estuvo rodeado desde muy pequeño por el discurso político gracias a las visitas que recibía su padre Manuel Quijada, un diplomático venezolano durante su permanencia en Ginebra.

Este ambiente político se sintió sobre todo durante los 6 años que la familia estuvo exiliada en Italia e Inglaterra tras formar parte del intento de golpe de Estado contra el entonces presidente venezolano Rómulo Betancourt en 1962.

El ahora candidato es amante también de la música clásica y en especial de Wagner y Beethoven, estudió parte de su carrera de Ingeniería Electrónica en Estados Unidos, antes de trasladarse a Caracas para cerrar este ciclo formativo en 1987 en la Universidad Simón Bolívar, estudios que se vieron entorpecidos por su amor al teatro.

Durante la bonanza del chavismo fue parte del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) entre 2007 y 2012, bancada con la que rompió en marzo de ese último año por diferencias a la hora de encarar la situación del país.

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