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Con la enfermedad de la garganta de Evo Morales, debe empezar un nuevo temor en Latinoamérica, principalmente en el país donde “Evo” es presidente (Bolivia). Si por razones de su gravedad el presidente Evo llega a morir, a Bolivia, seguro ya le tienen un heredero al poder, entrenado y enajenado mentalmente con la ideología castro-comunista para desarrollar la receta cruel que han venido practicando en Venezuela, iniciada por el arañero de Sabaneta e intensificada por el Presidente reposero hablador actual.
Considerando que la enfermedad del interfecto sea una dolencia leve ¿por qué visitar al Simeq y no al Hospital Sirio Libanés, donde fueron curados tres expresidentes de cáncer? Ahora bien, ¿ya no fue tratado y curado en su propio país de una rodilla? ¿Por qué insistir en ir a Cuba? Acerca de esta interrogante les debería preocupar a los bolivianos, ya que así empezó Hugo Chávez, con un traspié y dolencias en una rodilla. Luego bajo una esfera de incertidumbre y ocultamiento por parte de las autoridades gubernamentales venezolanas, y del mismo Presidente, su estado físico se fue deteriorando. En este caso la injerencia cubana del Gobierno le indicó tratarse en Cuba y despreciar las invitaciones que le hiciera el hospital Sirio Libanes de Sã o Paulo y hasta el mismo presidente Lula para irse a tratar a Brasil.
Esta terquedad ambigua y misteriosa llevó a la muerte al arañero. Acerca de ello, se tejieron diversas hipótesis conspirativas, incluyendo el asesinato con armas sofisticadas como los nanos proyectiles que suelen ser cargados con sustancias bacteriológicas, cancerígenas, radioactivas o de efectos detracto-metabólicos. En este tenor, con una ignorancia palpable e insensata por imprudente, el exvicepresidente Isturiz, tuvo el tupé de proferir una afirmación donde acusaba a agentes extranjeros -del imperio- de haber sido los causantes de la muerte de Hugo Rafael Chávez Frías.
El caso es que, estos proyectiles, por su estructura física -micrométricas- no pueden ser disparados desde distancias largas, al contrario son inoculadas con dardos a corta distancia, agujas o con objetos punzo-penetrantes mediante gatilleros muy cercanos al objetivo. De modo que esa inoculación pone en el plano de la suspicacia a todo el personal que solía acompañar, visitar y compartir la presencia del difunto.