Fidel Castro se apoderó de Cuba, no por su campaña guerrillera harto fracasada, sino por la propaganda emprendida en su causa, coronada con la entrevista que le hizo Hebert Matthews, del New York Times, el 17 /02/ 1957
En la historia han sucedido numerosos, quizás ¿millares?, de casos de gobernantes que habiendo sido sucesivamente ególatras, megalómanos, psicópatas y sociópatas, han llegado al poder por la violencia o por la casualidad e injerencia de intereses o interesados en el candidato preferido o escogido.
Cilón de Megara, 300 a.C., ante la privativa de ser admitido en la academia de Pitágoras, por inepto y holgazán, apoyado por su ámbito económico y sus parientes megarenses, emprendió una campaña proselitista aunado a una violencia extrema para hacerse del poder de Atenas -en el marco de los panhelénicos de Delfos- siendo uno de sus objetivos acabar con la corriente pitagórica y su academia.
Del año 41 a.C., se tiene el caso de Claudio que según Robert Graves con su obra “Claudio el Dios y su esposa Mesalina”, se sabe lo siguiente:
“Han transcurrido dos años desde que terminé de escribir la larga historia de cómo yo, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico, el tullido, el tartamudo, el tonto de la familia, a quien ninguno de sus ambiciosos y sanguinarios parientes consideraba digno de la molestia de ejecutar, envenenar, obligar a suicidarse, desterrar a una isla desierta o matar de hambre -que fueron las maneras en que se eliminaron los unos a los otros-, sobreviví a todos, incluso a mi loco sobrino Cayo Calígula, y de cómo un día fui aclamado inesperadamente Emperador por los cabos y sargentos de la guardia de palacio (…) Negarme a ello habría significado no solo mi muerte, sino la de mi esposa Mesalina, de quien estaba profundamente enamorado, y de nuestro hijo aún no nacido”.
Ricardo III de Inglaterra, protagonista de la “Guerra de las 2 Rosas”, conspiró, y asesinó gente, -según el clan Tudor– incluso miembros de su clan, los York, para hacer uno de los peores gobiernos de la historia monárquica inglesa.
Fidel Castro se apoderó de Cuba, no por su campaña guerrillera harto fracasada, sino por la propaganda emprendida en su causa, coronada con la entrevista que le hizo Hebert Matthews, del New York Times, el 17 /02/ 1957, lo cual devino en que Fulgencio Batista el 1 de enero de 1958, abordara con sus acólitos y familia la Vaca Sagrada (avión personal) y huyera a santo Domingo dejándole el Gobierno de Cuba a los subversivos de Sierra Maestra en bandeja de plata. ¿Qué pensarían ustedes de Maduro?, ¡pregunto!