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Carmen recorre junto a sus amigos el municipio Santa Rita, ubicado en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo. Durante su excursión, el escenario es el mismo que vio durante “toda la vida”, con la diferencia de que junto a las botellas plásticas, bolsas, envases de vidrio, cartón y manchas de petróleo, flotaba un animal que “no podía ser un pez”.
Su percepción sería confirmada pocos minutos después, cuando un grupo de pescadores se acercó al lugar y constató que se trataba de un delfín muerto. La historia que parece “irreal”, debido al desconocimiento popular, ocurrió en marzo de este año y su “trágico” final vaticina el futuro cercano que tendrá el lago marabino, según especialistas y ambientalistas, “si no se hace nada”.
Los 518 años de historia, más de 13 mil kilómetros cuadrados de superficies, mitos, leyendas, canciones, anhelos y amores, no evitan su “desgracia” que transcurre silente, frente a las miradas inertes. De aquello, quedan solo recuerdos y desde el siglo pasado, las acciones humanas se encargan de borrarlos. El descubrimiento de petróleo con el pozo Zumaque I en 1914 y el reventón del pozo Barroso II, marcó un antes y un después para el emblemático lugar. Desde aquel año, paulatinamente fueron agravándose los problemas del cuerpo de agua, especies, fauna y colectividad en general.
Se fuga la vida
Los manatíes, toninas, tiburones, anguilas, tortugas, cangrejos azules, peces, entre otras especies, tratan de sobrevivir en una realidad depredadora, que en los últimos 50 años los disminuyó en más del 60 por ciento. Gustavo Carrasquel, director de la Fundación Azul Ambientalista, resalta que la contaminación desestabilizo el ecosistema y amenaza a todos.
Los más vulnerables son los tiburones, cuya población disminuyó más de la mitad en comparación con el siglo pasado. Cangrejos, delfines y pelicanos que mueren al consumir grandes cantidades de plástico. El petróleo apaga la vida de miles de animales mensualmente y sus desmanes se tratan mediante jornada de limpiezas en las costas, mientras que en el resto del lago este forma una película y se descompone.
La presencia en las riveras, especialmente en el Sur del Lago, desembocaduras del rio Catatumbo, Escalante y en el municipio Miranda; de peces y demás especies, cada vez es menos frecuentes y singular. Dejar de asumir las responsabilidades gubernamentales, corporativas, colectivas e individuales trajo consigo planteamientos de soluciones “banales y superficiales”, que surtieron efecto en campañas pro gobiernos, que distan de una solución concreta y viable a los problemas que presenta el estuario.
Caen las caretas
Estar incluido en más de cuatro normativas nacionales, regionales y locales, no evita que el lago “se muera”. El número de aves que transita y se alimenta en el lugar es menor, la fauna silvestre es contrabandeada, el dragado hace que entre agua salada del mar e impacte en el ecosistema. Las plantas de tratamiento están ausentes y la basura que desemboca en el lugar, directa o indirectamente a través de 135 ríos, cañadas y drenajes, pudre “los espacios” y desenmascara a los protagonistas de promesas que jamás se plasmaron en la realidad.
Carrasquel, señala que no hay recursos destinados para investigaciones, los programas de conservación disminuyeron o son nulos y las ONG laboran con muchas limitaciones. “Debemos replantearnos muchas cosas. Reintroducir especies, hacer planes masificados, educación ambiental y recuperar espacios. Estamos de espaldas y somos víctimas de nuestra propia ignorancia. Desconocemos la realidad en la que vivimos”.
Las “burlas” hicieron naufragar proyectos enteros y la pesca descendió, la gente se enfermó y la economía decayó. Toneladas de basuras flotan y las “zonas muertas” por falta de oxígeno se multiplican. De continuar vertiendo basura, los derrames de petróleo y las acciones actuales, para 2050 el lago no será igual. “El volumen de agua se verá afectado y su color. Tendremos zonas pantanosas y todas sus características bioquímicas se alterarán. A lo largo de la historia, hemos visto como se hacen las cosas a través de pruebas por ensayos y error como en el caso de la explotación petrolera”.
Todo cambio
Marcelo Monnot, presidente del Centro de Ingenieros del Estado Zulia, señalo que la ley programa para el saneamiento del lago de Maracaibo y de su cuenca hidrográfica, que ya fue aprobada por el consejo legislativo, y en primera discusión en la Asamblea Nacional el año pasado, espera por su aprobación en segunda discusión, publicación y puesta en marcha. “No es una más y atenderá de raíz los problemas. Mientras tanto, podemos colocar plantas de tratamiento para reducir el impacto. Disminuir lo contaminante que se utilizan en el campo y llegan por los ríos como fertilizantes y pesticidas”
El profesor universitario explica que la normativa contempla reimpulsar la educación ambiental, darle protagonismo a los institutos encargados de la materia y campañas de concientización, que de cumplirse la teoría, “puede garantizar que en 20 años se recupere el lago”. Las instalaciones petroleras y comerciales deben construirse fuera de él y colocar oleoductos para que los buques no sigan entrando al reservorio. “Todo radica en que exista la voluntad. Debemos participar y colaborar. En los últimos 60 años destruimos el lago”.
Uno de los más importantes espacios con agua dulce de Latinoamérica, que podría impulsar la actividad económica, turística, lacustre, pesquera y ecológica, fue descartado y olvidado por sus hijos que construyen tanto el presente como el futuro a sus espaldas, con un escenario que vislumbra lo que podría ser un pantano.