De la ignorancia a la demencia

Aumentar el salario mínimo nominal, sin aumentar previamente la oferta de bienes y servicios, es deteriorar aún más el salario real de los consumidores

La irresponsabilidad o incapacidad de Nicolás Maduro, o ambas, se pusieron una vez más de manifiesto, con su décimo cuarto aumento de salario en lo que va de gestión. Desde abril de 2013 el salario nominal integral ha aumentado 2.716 por ciento, pero el salario real integral es cada vez menor: compra un 41 por ciento menos para septiembre de 2016. Para diciembre de este año, es muy probable, que con el irresponsable aumento del 27 de octubre último, podamos apenas comprar el 30 por ciento de lo que podíamos en abril de 2013. 

En el socialismo del siglo XXI, que ya ha realizado 36 ajustes de salario de Chávez a Maduro, cada vez que nos aumentan el salario nominal integral, nos condenan a vivir peor, nos hacen más pobres. Aumentar de improviso 40 por ciento al salario mínimo integral, con incidencia en las utilidades, cuando se estima que el PIB decrezca 12 por ciento, con una tasa de desempleo del 18 por ciento según organismos internacionales, cuando han cerrado casi dos tercios de las empresas del país y las que superviven solo están operando al 45 por ciento de su capacidad, es muestra de una irresponsabilidad político-administrativa, que el país no puede aceptar. 

Cuando la economía venezolana se está incendiando por los cuatro costados, el régimen solo atina a rociarla con gasolina. Cuando la oferta nacional e importada de bienes y servicios está estrangulada, se toma una medida que no beneficiará a nadie. La liquidez monetaria subirá, aumentando los precios por efectos de una mayor demanda y por el incremento de los costos de producción de las  empresas. Aumentar el salario mínimo nominal, sin aumentar previamente la oferta de bienes y servicios, es deteriorar aún más el salario real de los consumidores, aumentar el desempleo, estimular la inflación, propiciar el cierre de nuevas empresas, deteriorar aún más el decrecimiento del PIB y desestimular la inversión. Es creer, que el desequilibrio entre el salario nominal y el costo de la vida puede resolverse, sin atacar previamente la caída del PIB, la pérdida de productividad y la capacidad de compra del bolívar. 

Es evidente, que el desespero de un régimen al que el pueblo venezolano ha sentado en el banquillo de los acusados, lo lleva a tomar medidas disparatadas, la víspera de un paro cívico, que solo persiguen beneficios políticos de corto plazo, que no favorecen a nadie. Esta decisión, es por ello, muestra de la ignorancia o la demencia económica de un régimen que está de salida.    

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