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En pocas semanas lo que parecía una población decepcionada y desesperanzada se ha convertido en un ejército civil guiado por la convicción libertaria. Lo que comenzó como una escena más de la lucha por el poder entre actores políticos se ha transformado en una cruzada moral. Cada detenido, cada herido, cada asesinado, fortalecen a quienes desde distintas trincheras se han convencido que no hay vuelta atrás. Muchos han participado, cada uno desde sus posibilidades y creencias, pero sin duda son los jóvenes los que han logrado darle un carácter moral a esta lucha; se han convertido en héroes, son capaces de mirar a los ojos a un régimen envejecido, y entre minutos de silencio y consignas les recuerdan a los antiguos revolucionarios que se convirtieron en lo que tanto criticaban.
Hoy en Venezuela se ha hecho insoportable mirar hacia otro lado y fingir que nada pasa. En los sectores políticos que adversan al Gobierno parecen haberse dado cuenta que la situación actual ya trascendió cualquier cálculo político, algunos por convicción y otros por necesidad han comprendido que se suman a esta lucha o la historia les reclamará la complicidad. Ese pueblo en la calle no se conformará con dirigentes que se creen líderes, la madurez política se está alcanzando en Venezuela entre bombas y escasez, lo que dejará una ciudadanía mucho más exigente con quien aspire a liderarla.
Las clases populares también cuentan con sus héroes. No es lo mismo protestar en el este que en el oeste, atreverse a cacerolear mientras se grita “fuera” en lo que alguna vez fue el patio del régimen no es fácil. El Gobierno ve en quienes lo adversan al enemigo, y dentro de sus esquemas es una forma de autoconvencerse que su lucha contra fantasmas imperiales y la burguesía es la correcta, pero cuando son sus propios exseguidores los que le dicen que ya basta, algo se rompe en los esquemas mentales de quienes dirigen al régimen, por eso la rabia.
¿Quiénes están en deuda aún con la historia? Las FAN, también miles de funcionarios públicos que aún intentan voltear la mirada mientras todo pasa. Pero la fuerza moral que ha adquirido la lucha poco a poco va haciendo mella. Seguramente muchos aún seguirán envueltos entre complicidades e intereses que les impidan ver la realidad, pero no cabe duda que la mayoría de los aun adeptos al Gobierno hoy no pueden dormir tranquilos. Muchos se han atrevido a no rendirse, y con ello han logrado que poco a poco miles se vayan sumando a una lucha civil que está marcando un hito histórico.