Rose comenzaría su particular infierno en 2012 cuando sufrió su primera lesión de rodilla. Desde entonces no fue el mismo y solo ha disputado 237 partidos de 412 posibles. Ahora, su nueva etapa con Cleveland Cavaliers -donde apuntaba a ser una de las grandes figuras- se está desmoronando poco a poco
Cuando Derrick Rose debutó en la NBA quizás “impresionante” era la palabra más acertada para describir lo que hacía con el balón. Era la temporada 2008-2009 y la entonces nueva estrella de los Chicago Bulls parecía destinado a dominar el mejor baloncesto del mundo en los tiempos que se avecinaban. Sin embargo, las lesiones tenían otros planes para el oriundo de Chicago.
En el año que debutó alcanzó 20 o más puntos en sus primeros 45 partidos, siendo el primer novato de los Bulls en lograrlo desde un tal Michael Jordan. Pero no sería hasta el 2011 cuando se consagraría como figura obteniendo el tan ansiado MVP con el récord de ser el jugador más joven en ganarlo (21 años).
En aquel momento promedió 25 puntos por partido, 7,7 asistencias y 4,1 rebotes, lo que le bastó para ir por segunda vez a un All-Star. Solo los Miami Heat de Chris Bosh, Dwayne Wade y LeBron James pudieron pararlo en la final de la conferencia del Este.
El principio del aparente fin
Rose comenzaría su particular infierno en 2012 cuando sufrió su primera lesión de rodilla. Desde entonces no fue el mismo y solo ha disputado 237 partidos de 412 posibles.
Ahora, su nueva etapa con Cleveland Cavaliers -donde apuntaba a ser una de las grandes figuras- se está desmoronando poco a poco. En el segundo partido de la temporada se lesionó en el tobillo y se ausentó en los siguientes cuatro compromisos. Volvió a jugar, sí, pero también volvió a caer: el pasado 8 de noviembre su tobillo lo sacó de nuevo de las canchas.
Una fuente de Cleveland reveló al periodista Adrian Wojnarowski, de ESPN, lo que muchos esperábamos desde hace tiempo: Rose está cansado de su tragedia. Tanta es su frustración, que por primera vez se está replanteando retirarse, con tan solo 29 años.
No sabemos si su destino era superar a Michael Jordan, Kobe Bryant o al propio LeBron James, pero algo es seguro: El base norteamericano no se merece lo que le ha pasado durante su carrera.
De concretarse su despedida, quedará para el archivo los vídeos en youtube de sus impresionantes jugadas cuando no pasaba más tiempo dentro del hospital que fuera de él.