jueves, diciembre 12, 2024
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Derrota consumada

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Esa guerra económica que plantease el difunto y que reitera Maduro, es real. Su existencia tiene como protagonista al régimen y su Socialismo del siglo XXI

El escenario de guerra planteado por Chávez  y repetido por Maduro, refiriéndose a la crisis total que vive Venezuela, sea económica, moral, intelectual, jurídica, etc, advierte de una total derrota, conclusión clara es la búsqueda de una rendición, armisticio u otra solución que imponga paz, seguridad alimenticia y social y castigo a quienes hayan sido los autores de las condiciones que generaron esta guerra.

Advertir estas realidades es de obligatoria manifestación, luego de 16 años de carencias de todo tipo, de desorden, corrupción e impunidad, sin que se vean posibilidades ciertas de soluciones. Esa guerra económica que plantease el difunto y que reitera Maduro, es real. Su existencia tiene como protagonista al régimen y su Socialismo del siglo XXI, contra todo lo que es progreso y producción y al personalismo con sus fatídicas consecuencias, que entrega a un hombre la vida y patrimonio de los venezolanos, para que en un festín demoníaco Chávez y Maduro, destruyeran todo lo que se había logrado desde la Independencia. No solamente es lo económico, que de por sí es destructivo, asistimos a una ruina moral colectiva, anárquica, irreflexiva, en la cual los valores han desaparecido como forma de control social y respeto ciudadano.

La guerra tiene al paramilitarismo y la pobreza como contendores, o también a los funcionarios corruptos, policías y militares que participan activamente en hechos delictivos y un sistema de justicia apéndice de cualquier sargentón o pseudo líder que forme su tribu. Esa misma guerra anida al paramilitarismo fascista, al estilo de Moussolini o Hitler, conformado por sus círculos, colectivos y milicianos, verdaderos e inocultables grupos armados que controlan a gran cantidad de barrios y sectores, so pena de asesinar a quien no obedezca. Ese hecho notorio es de conocida existencia; compiten con las Fuerzas Armadas y sus componentes, perfectamente delineadas en la Constitución nacional. Fuera de éstos, todos son paramilitares de Estado.

Derrotado por sí mismo, el régimen debe asumir la responsabilidad de su derrota y no es procurando una guerra con Colombia o amenazando con China o Vietnam que lo logrará. Debe reconocer su fracaso e ir a las soluciones prácticas, pues la total falta de credibilidad hacia Maduro y su grupo es hoy su peor contrincante. El cuento del lobo y la ovejita enseña.

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