Desamparados

La familia debe hacer sus necesidades en bolsas plásticas y esconderse donde nadie los vea. Denuncian que ni el gobernador ni la iglesia los ayuda. Los tres niños presentan llagas en la piel y en sus zonas íntimas. Se bañan tres veces al día sin jabón

Pedazos de pan, huesos, residuos de arroz o sobras de hamburguesas componen el menú de la familia Osorio Chirinos, que hace dos meses comenzaron a escribir “la historia más amarga de su vida”. Elaine Coromoto Chirinos, de 41 años, y su esposo Roberto Osorio, de 26, están en la calle con sus tres niños a cuestas. Rosbely (3), Roberto (2) y Norbelys, de dos meses, quienes lloran “todo el día” de hambre. “Lo más difícil que he podido vivir es caer en la calle con mis hijos”. 

Hasta 24 horas pasan sin ingerir alimento o alguna migaja que calme el fuego que “sienten en las tripas”. Se bañan, duermen y hacen sus necesidades fisiológicas entre la iglesia Sagrado Corazón de Jesús y la Residencia Oficial del Gobernador del estado Zulia, en la avenida 4 de Bella Vista. La pareja vivía en el sector Santa Rosa, en una pieza alquilada, pero luego de que Osorio se quedara sin trabajo fijo, la dueña de la residencia los mandó a desocupar y así quedaron en la calle. “Le pedimos ayuda a nuestras familias, pero la situación está tan difícil que nos dieron la espalda”.

Los dos adultos y las tres criaturas subsisten gracias a la caridad de la gente. Por las noches la familia se divide en dos y cada uno, por su parte, recorre las ventas de comida rápida más famosas de la zona norte, en busca de algo para comer. “Yo agarro la sobras de las salsas que quedan en los potes, las reúno en un potecito, las vendo y así reúno”, contó el hombre a La Verdad desde el frente del templo. 

“Nos vinimos para acá porque es el lugar más seguro que encontramos, lo digo porque los policías de la Gobernación siempre están por aquí, pero sabemos que Arias Cárdenas no nos va a ayudar”. Chirinos contó “las humillaciones” que aguanta de los policías y del personal de la casa del gobernador cuando el desespero la acerca a pedir comida. “Ellos me dicen: aquí no hay comida para ustedes, lo que vamos a hacer es llamar a la Lopna para que te quite los muchachos, entonces yo me asusto y me voy, ellos son malos”. Lejos de ser una esperanza de ayuda, la figura del gobernador para la familia, es “una mentira”.

No los desampara

Elaine perdió toda su familia en la tragedia de Vargas, por eso, aunque tiene hijos mayores, está sola. Hoy cumple 56 días de su última cesárea en la que aprovechó y se cortó las trompas. Mientras habla, sostiene entre sus brazos curtidos a su pequeña. Reconoce que su principal preocupación es la salud de sus hijos. 

Rosbely y Roberto, los hijos mayores tienen manchas en la piel y llagas ulceradas que supuran en sus piernas y pies. La falta de asepsia es evidente. Aunque la madre asegura que los baña seguido, no usan jabón. El caso de Norbely es más drástico. La pequeña que se mantiene “guindada de la teta” de su madre, presenta un cuadro infeccioso en su zona genital. “Ella casi no llora de hambre, pero sí por las ronchas esas, sobre todo en la tarde cuando hay más calor”.

“Humillados”

Roberto asegura que lo más duro de estar en la calle es “la humillación”. Dice que todo lo que consigue para comer se lo da a sus hijos y a su esposa, el sí come de la basura. “Yo como de la basura, porque para que me humille otro, me humillo yo mismo. Abro las bolsas y como lo que encuentre, con hambre uno come lo que sea. A mis hijos no les doy eso porque gracias a Dios siempre hay quien me les da comida”. 

Resguardarse de la lluvia también es difícil. El techo de un banco del centro comercial o de la iglesia sirve. “Cuando llueve tengo que correr y dormir como los pollos, todos dormimos parados”. Así pasan las horas de lluvia y ahí mismo esperan que se seque el pavimento para volver. Pero nada es “tan vergonzoso” como a la hora de hacer las necesidades. “Buscamos un lugar donde no nos vean y en una bolsa hacemos las necesidades”.

La pareja dice estar dispuesta a todo. Aseguran que saben trabajar. “Nosotros antes éramos chatarreros, pero la situación económica del país nos puso en esta situación, nos quedamos sin techo, sin comida, sin nada. Lo único que tenemos es a Dios porque ni la política ni la iglesia nos ayuda, el cura de aquí nos bota cada vez que abren la iglesia”, criticó Roberto. 

Lo habíamos dicho 

El pasado mes de junio La Verdad publicó el caso de la familia Osorio Chirinos, la cual en ese momento trabajaba vendiendo chatarra en una carreta con un burro. En menos de seis meses el grupo cayó en estado de indigencia a causa de la situación económica del país.

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