Una
Todo empezó con un pasajero de un Boeing 707 armado con una bomba y un grupo de funcionarios luchando por mantener operativo el ficticio Aeropuerto Lincoln de Chicago durante una tormenta de nieve. En 1970, Aeropuerto marcó el inicio del género de desastres y sus convenciones clásicas: Un elenco de estrellas en ocaso, una gran catástrofe, muchas muertes y poca sangre. Tras ingresos de más de 100 millones de dólares en taquilla, la cinta generó tres secuelas que seguían el calendario: Aeropuerto 75, Aeropuerto 77 y Concorde: Aeropuerto 80.
A raíz del enorme éxito de la cinta primera, Universal convocó a su productor ejecutivo, Jennings Lang, para repetir la fórmula. El resultado fue Terremoto (1974). Desempolvando a Charlton Heston y Ava Gardner, el filme gira en torno a un devastador movimiento telúrico en la ciudad de Los Ángeles. La idea se inspiró en el terremoto real que sacudió San Fernando la mañana del 9 de febrero de 1971. Su director, Mark Robson, liberó de la cápsula aeronáutica la catástrofe y llevó su destrucción a gran escala.
El presupuesto de Terremoto alcanzó los siete millones de dólares, compitiendo con Infierno en la Torre. Nunca antes se habían empleado tantos dobles y especialistas en escenas de acción, pues en su guion abundan las caídas desde gran altura y las inundaciones. La cinta combinó efectos especiales clásicos con los más audaces para la época, incluyendo el Shaker Mount, (que permitía a la cámara emular los efectos de un terremoto) y el Sensurround, sistema de audio que hacía vibrar la sala del cine.
Afición por los desastres
La industria del cine ha filmado la devastación desde antigua data. Allí está San Francisco (1936), drama musical protagonizado por Clark Gable sobre el terremoto que devastó esta ciudad en 1906. Más cerca está Krakatoa, al este de Java (1969), filme de Bernard L. Kowalski basado en la histórica erupción del volcán en la isla de Krakatoa en 1883, ubicado realmente al oeste de la poblada isla de Indonesia.
Sin embargo, fue en los 70 cuando el género de desastres encuentra su mejor momento. Así como la Gran Depresión de los años 30 fue el marco de un cine escapista para la derruida clase media, en los 70, asumida la derrota bélica en Vietnam, descubiertas las mentiras de Nixon y sufridos los fracasos económicos de la administración Carter, las tragedias naturales se convirtieron en el símbolo del fracaso político estadounidense, pero también de su necesidad de mantener la esperanza. Al final, la tierra siempre deja de temblar, el fuego se apaga, las aguas volverán a su cauce.
El golpe de gracia a estas producciones setenteras se lo dieron los hermanos Zucker y Jim Abrahams, cuando en 1980, al inicio de la optimista era Reagan, se estrenó la comedia ¿Dónde Está el Piloto?, memorable parodia al género que devino en olvidables filmes de matiné por lo repetitivo de su fórmula.
Nuevos enfoques
En la década del 90, el género del cine de desastres experimentó un nuevo empuje, mostrando renovadas formas en que la naturaleza se rebela y se convierte en protagonista de la actualidad, ahora transmitida en directo, sin contar los meteoritos que golpean la tierra y las catástrofes relacionados con casos reales.
En la búsqueda destacan La Tormenta Perfecta (2000), filme de Wolfgang Petersen protagonizado por George Clooney y Mark Wahlberg, basado en la noticia de un barco pesquero perdido en el Atlántico en 1991, a las afueras de Gloucester, en Massachusetts. Otros éxitos de taquilla resultaron Aftershock (2010), filme chino dirigido por Feng Xiaogang, que presenta las secuelas del terremoto de Tangshan en 1976, y Terremoto en Chile (2011), filme de Juan Pablo Ternicier basado en el terremoto de magnitud grado 8,8 y posterior tsunami que azotó este país en el 2010.
La crítica mundial destacó Lo Imposible (2012), la cinta del español J. A. Bayona protagonizada por Naomi Watts y Ewan McGregor, sobre una familia de vacaciones en Tailandia que sufre el tsunami del Océano Índico ocurrido en 2004. En todos estos filmes, el desastre causa un estado de emergencia, donde los ciudadanos entregan todo el poder a la autoridad estatal.
San Andrés
A pesar de no estar inspirada en un desastre realmente acontecido, la película La Falla de San Andrés (2015) protagonizada por Dwayne Johnson, Carla Gugino, Alexandra Daddario y Paul Giamatti, se convirtió en otro éxito taquillero que mueve la fibra de los adeptos al género de catástrofes.