jueves, diciembre 12, 2024
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¿Desesperanza en esperanza? ¿Con qué se come eso?

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El que hable, se queje o tenga la osadía de denunciar, es un enemigo pitiyanqui, vendido, que debe ir preso, sin ningún derecho humano que exigir o reivindicar. Nada de esto es casualidad ni producto de la ineficiencia

No me imagino a Rómulo Betancourt, Andrés Eloy Blanco o al mismo Gallegos, diciéndole a la gente: “vamos a salir primero de la dictadura y después vemos qué hacemos”. Primero salimos, luego decimos, ¡Epa! es que: “no vas a salir si no dices”. La gente no cambia lo que tiene, si no tiene otra cosa que la enamore. Un clavo saca a otro clavo, dicen el argot del amor, que es el mismo de la vida, y es, aunque ustedes se resistan a creerlo, el mismo de la política. La política es un ser vivo, es el espacio más humano de sentimientos: orgullo, ambición, competitividad, responsabilidad, sinceridad… se encuentran. Es donde nuestros sueños, querencias, valores, deseos de superación personal… se identifican con las costumbres y valores de la sociedad donde nos desenvolvemos, con nuestro entorno. Qué somos, para dónde vamos, qué queremos, cómo lo logramos, qué ciudad queremos, cómo la creamos, para dónde vamos ¡Eso es política!

Dicho esto. Entraremos a analizar lo que adversamos y cómo cambiarlo. Un Gobierno cuyas políticas de control, han estrangulado la economía y la calidad de vida de todos, hay que cambiarlo. Desde las cárceles se controla todo el esquema de secuestros, atracos, tráfico…que arman a los malandros para que estén dispuestos a todo por defenderlo. 

Se fortalecen mafias para el bachaqueo de productos de primera necesidad, en una cadena de corrupción que encarece los productos desde los billetes hasta una jeringa. No hay luz en las calles, ni en los parques, ni servicio de Internet, ni pupitres en las escuelas ni en las universidades…el hampa azota esos espacios y se apodera de ellos. El que hable, se queje o tenga la osadía de denunciar, es un enemigo pitiyanqui, vendido, que debe ir preso, sin ningún derecho humano que exigir o reivindicar. Nada de esto es casualidad ni producto de la ineficiencia. Es para que la gente se sienta insegura, sin futuro, sin esperanza, los que puedan se vayan y los que se queden arrinconados.

No podemos combatir al enemigo en su espacio de confort. Ni en la calle en la violencia cuerpo a cuerpo, ni en las propuestas populistas de la dádiva, allí nunca les vamos a ganar. 

Debemos combatirlo en lo que no tienen: seriedad, trabajo, equipo, responsabilidad, inclusión, reconocimiento, valores que llaman, que no se han perdido, están allí, hay que sacarlos. Haciendo el trabajo político de crear un proyecto unitario de cambio, que le diga a la gente para dónde vamos, porque ya ellos saben y conocen la realidad, lo que necesitan saber es para ¿dónde vamos? 

En este sentido desde un espacio político y social que tiene como objetivo la construcción de ciudadanía, Anzoátegui plural, hemos planteado que debemos ir hacia el Estado ciudadano, para que el sistema político venezolano viabilice la democracia participativa, para que la gente canalice sus necesidades sentidas y sea dueña de su destino. En el marco del humanismo, progresismo y ecologismo, proyecto que debe ser discutido, mejorado, ampliado, cambiado…para que juntos transformemos la desesperanza en esperanza.

 

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