Desde
Desde 1998, la violencia, en sus diferentes expresiones, ha dominado la escena nacional. Sin embargo, si realmente estamos comprometidos con el destino de Venezuela ha llegado el momento de empezar a pasar la página y seguir adelante con un proyecto de reconstrucción, no importa cuál sea pero que convoque a la unidad de todos los venezolanos; a ser ciudadanos y ejercer esa ciudadanía. Ya basta de tanta diatriba sin sentido, estéril, que no nos ha llevado a nada, solo a separarnos sin darnos cuenta que más importante que nuestros egos y las rencillas ideológicas, personales y partidistas, subyace el amor a la patria.
Desde la Universidad del Zulia, estamos dispuestos a coadyuvar a tender los puentes que nos unan en el objetivo supremo de crearle viabilidad a un proyecto político y económico, basado en la generación de empleos productivos, la competitividad y el restablecimiento del Estado de derecho. Ya lo hacemos desde esferas individuales o de grupo de investigación, ahora propongo que sea institucional para que tenga la fuerza de nuestra voz. Establecer un diálogo franco y sincero que permita entendimientos, que no significa “cambiarse de acera” sino hacer concesiones para que todos juntos podamos ver la luz al final del túnel.
Hoy, ante la gravedad de la situación y casi con seguridad, vendrán días más duros, el debate político debe asumir riesgos. Sistematizar algunas reuniones que se dan de manera silenciosa, casi como si fuese un pecado, por fricciones entre diferentes facciones del oficialismo, para que en medio del barullo, todos podamos ver con claridad la esperanza de que no nos dimos por vencidos. En LUZ, como el resto de las universidades, podemos organizar equipos de especialistas que acompañen a los productores, industriales y empresarios, y al Gobierno nacional, a trabajar de manera conjunta en la búsqueda de solución a los problemas de producción.
Sé que hay todo un muro que nos separa pero la cuestión es asumir el desafío y emular un deshielo de la relación, al estilo de la llevada a cabo entre EEUU-Cuba, porque habrá temas que nos separan pero buscar entre los que nos acercan. El cambio plural, democrático y participativo, más que una necesidad es una exigencia imperativa que demanda un pueblo cansado y sediento de buenas nuevas y ante el cual no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que otros hagan nuestro trabajo. Hacer realidad la desiderata.