sábado, diciembre 14, 2024
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La actividad del capital humano y la infraestructura, destinada a facilitar experiencias de aprendizaje para toda la vida, su promoción y fomento, demanda de ingentes cantidades de recursos financieros que debe proporcionar el Estado, por vía del Gobierno nacional

El rol de las universidades autónomas en el avance de la sociedad venezolana no amerita discusión ni necesita mayor demostración. Son instituciones complejas y completas que se desempeñan en diferentes áreas del conocimiento. Desde las denominadas ciencias duras hasta las naturales y la ingeniería, pasando por las ciencias sociales y humanas y las diferentes expresiones del arte y la cultura.

Son macrouniversidades, si se las considera respecto a casas de estudios más modestas en términos de cantidad de profesores, estudiantes, actividades académicas, artísticas y culturales, infraestructura y personal de apoyo. La actividad del capital humano y la infraestructura, destinada a facilitar experiencias de aprendizaje para toda la vida, su promoción y fomento, demanda de ingentes cantidades de recursos financieros que debe proporcionar el Estado, por vía del Gobierno nacional. 

Lamentablemente, en la Venezuela del siglo XXI aún no se ha entendido en toda su dimensión el ¿para qué?, y el ¿por qué de la universidad? El Gobierno entiende que es un conjunto de personas que atiende a una cierta cantidad de estudiantes para graduarlos. No importan las condiciones en que se den las actividades académicas. 

La sociedad civil piensa que por su carácter público debe desatenderse de la situación universitaria. Ellas son competencia del Gobierno. Lo cierto es que la sociedad civil no tiene la participación activa deseada para coadyuvar a mantener el funcionamiento de la universidad que cumple una misión eminentemente social. Al cambio de esta situación deben dirigirse nuestros mejores esfuerzos. 

Pocos entienden que la universidad autónoma contribuye al avance de la sociedad y con los escasos recursos presupuestarios que tiene da respuesta a los problemas que enfrenta la humanidad y a las exigencias de la vida económica, social, política y cultural de las regiones donde están instaladas. De tal suerte que con sus mejores aprestos y una efectiva gerencia, la universidad trata de adecuarse a la dinámica de los cambios de este tiempo catastrófico y de incertidumbre.    

Con estas reflexiones en mente, saludo a la comunidad de LUZ que en su totalidad este lunes 15 de enero volverá al trabajo creativo en medio de claras manifestaciones de dificultades, inconcebibles en un país que quiere superar la rémora de su pasado reciente. Sabemos que se requerirá de nuestros mejores esfuerzos; pero también que necesitamos del acompañamiento de la sociedad civil para juntos dar un paso trascendental que nos permita trabajar por el país que queremos.

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