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Coherentes con los principios básicos de los revolucionarios, el PSUV y el GPP entramos después del 6-D en un arduo y complejo proceso de autocrítica, esto más que loable y honesto resulta necesario para poder evaluar con acierto la coyuntura que atraviesa el país y la Revolución Bolivariana. Sin embargo, considero pertinente que orientemos la autocrítica hacia objetivos claros, precisos y estratégicos, de manera que el debate interno no se convierta en una suerte de “sacadera de trapos al sol” entre pares, sino que por el contrario trascienda en la búsqueda de soluciones y la toma de decisiones con miras a seguir garantizando al pueblo lo que le pertenece, en tal sentido modestamente propongo lo siguiente:
Justa administración de la derrota: si bien es cierto que debemos reconocer que el oposicionismo ganó las elecciones parlamentarias y en tal sentido la amenaza del imperialismo y los apátridas de la MUD toma fuerza contra el pueblo, también es cierto que la Revolución Bolivariana no ha sido vencida, que el poder aún le pertenece al pueblo y que, más allá de los errores que reconocemos y buscamos superar, nunca antes en la historia patria Gobierno alguno, ha satisfecho de forma sostenida, eficiente y justa, las políticas de inclusión y satisfacción de las necesidades de la inmensa mayoría del pueblo.
Vale señalar que en las 19 derrotas electorales que desde 1998 ha sufrido el oposicionismo, jamás escuché a vocero alguno llamar a la autocrítica, mucho menos reconocer al adversario ganador (el pueblo) sino por el contrario culpar al CNE, al PSUV y en fin, cuanto pretexto se les ocurriera de su incapacidad de hacerse con el apoyo popular.
El objetivo es la suprema felicidad del pueblo, durante el proceso de autocrítica es posible y hasta lógico escuchar todo tipo de hipótesis acerca de las causas de la derrota, de los errores cometidos e incluso se observan acusaciones frontales. Sin embargo, la autocrítica debe tener una finalidad plenamente identificada: Reimpulsar la revolución, no destruirla. De allí surge la necesidad de que el debate no se quede solo en determinar “causas” sino que una vez identificadas, avancemos con humildad y audacia en la construcción de soluciones que fundamentalmente deben impactar de forma inmediata en recuperar la confianza del pueblo en la capacidad de la Revolución Bolivariana para resolver sus problemas, que innegablemente ahora pasan de manera fundamental por superar la crisis económica, generada entre otros factores, paradójicamente, por quienes obtuvieron hoy la mayoría en el Parlamento.
Elevar la moral: indudablemente que luego de una derrota el ánimo y la voluntad sufren una merma en virtud de no haber alcanzado los objetivos propuestos pese al arduo esfuerzo. No obstante, es tarea fundamental de la dirigencia de nuestro glorioso PSUV, levantar la moral de nuestra militancia de base, toda vez que si algún principio nos diferencia radicalmente del oposicionismo imperial es la moral que nos asiste como genuinos representantes de los intereses del pueblo y no de la oligarquía o el empresariado parasitario nacional.
Esto debemos recalcarlo y convertirlo en valor para esta nueva etapa de la lucha histórica que hemos emprendido. Formación política permanente, humildad, confianza y valor para seguir construyendo la patria. ¡Venceremos!