Refería
Relata Thays Peñalver, que llegada la democracia después de Pérez Jiménez, al adeco padre de Hugo Chávez se le formó gratuitamente como maestro, escaló posiciones hasta llegar a jefe de sección y jubilarse a los 20 años de trabajo. Con su esfuerzo de profesor y empleado público, pasó de un rancho con techo de palma a comprar una finca de 20 hectáreas, con tractor, desgranador, ordeñador y más de 100 animales de todo tipo. Lo cual contrasta con la mentira chavista, que asegura que la democracia nunca dio oportunidades a los pobres. Ya quisieran los campesinos de hoy tener esas oportunidades.
Refería un abogado septuagenario y pensionado, que él había ejercido su profesión en el sector público (profesor universitario) durante más de 40 años y que durante ese tiempo había invertido todos sus ahorros en tres apartamentos con la finalidad de alquilarlos, pensando en tener una vejez digna, segura y holgada. Todo muy bien hasta que llegó Chávez a eliminar la propiedad privada.
De repente, este ciudadano jubilado y trabajador, ya no era un pequeño propietario sino una especie de latifundista de apartamentos, que no tenía derecho a tener más que la vivienda principal y aún esta, no debía ser de su propiedad. Todo basado en esa dicotomía del socialismo que defiende a juro a los supuestos débiles contra los fuertes, cuando actualmente el inquilino es más poderoso que el dueño de la vivienda.
Lo cierto es que este buen hombre, debido a la ley de inquilinato y por diversas razones leguleyas, tiene sus tres viviendas ocupadas por arrendatarios indeseables que ni le pagan ni desalojan. Uno de estos inquilinos, a pesar de haber sido condenado al desalojo del inmueble mediante sentencias judiciales (que le costaron un ojo de la cara), permanece disfrutando del inmueble sin pagar, porque una decisión de la muy mentada Sala Constitucional, prohíbe las ejecuciones inquilinarias. Para colmo, el propietario además de no poder utilizar su inmueble ni recibir alquiler, debe pagar las deudas del condominio.
Esa es una de las maneras de arruinar a la clase media, otra es con el aumento salarial que como afecta en especial al sector formal, deja por fuera a los más pobres que son los que sufren más. Que oiga quien tiene oídos…