Estefanía Primera, una migrante ilegal venezolana apodada “La Barbie”, fue arrestada en El Paso, Texas, el 27 de septiembre, tras ser vista con sus cinco hijos pequeños.
Se le acusa de dirigir una red de tráfico sexual, presuntamente vinculada con la peligrosa banda “Tren de Aragua”, desde el Hotel Getaway, el cual fue cerrado por múltiples denuncias sobre actividades ilegales. Informes obtenidos por ‘The New York Post’ indican que también usaba a sus hijos como mulas de drogas.
Un memorándum reveló que una víctima de tráfico sexual identificó a Primera como la líder de un grupo de prostitutas que fueron introducidas ilegalmente en Estados Unidos.
De acuerdo con esta persona, “La Barbie” le habría suministrado una pastilla con fentanilo, lo que la dejó inconsciente. Al recuperar la conciencia, se encontró con varios hombres abusando de ella. La mujer relató haber sufrido lesiones severas a causa de la violación en grupo.
Cuando intentó escapar, Primera la obligó a regresar al hotel, agrediéndola repetidas veces con golpes y patadas.
Su arresto se produjo frente a la Iglesia del Sagrado Corazón en El Paso, un refugio para inmigrantes recién llegados. Con tatuajes que cubren su rostro y cuerpo, “La Barbie” suele compartir contenido en su cuenta de TikTok, “barbie underground official”, donde se muestra bailando de manera seductora.
Cruzó la frontera ilegalmente en agosto de 2023 junto a su familia. Según fuentes del Departamento de Seguridad Nacional, había indicado a los agentes de la Patrulla Fronteriza que se dirigía a Illinois y estaba bajo monitoreo electrónico del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Sin embargo, semanas después, se quitó su monitor de tobillo.
Actualmente, Primera se encuentra detenida en una cárcel de El Paso con una fianza de 200.000 dólares.
La banda “El Tren de Aragua” ha sido vinculada a redes de prostitución forzada en ocho estados de EE. UU., incluyendo California, Florida, Georgia, Illinois, Nevada, Nueva Jersey, Nueva York y Texas.
Un residente local, que prefirió no ser identificado por temor a represalias, expresó su preocupación por la seguridad en la zona.
“Antes caminábamos sintiéndonos seguros; ahora no nos sentimos así”, comentó.
“No asistimos a misa en la iglesia de nuestro barrio porque no nos sentimos seguros. Nos arrebataron nuestra paz y tranquilidad”, agregó.
Fuente: NY Post.
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