A
La devastación ocasionada por el régimen chavista luego de asumir la política petrolera en 1999 y posteriormente en el 2002 ponerle la mano a PDVSA, pasará a la historia petrolera, capaz de arruinar a una empresa cuyo negocio es uno de los más rentables del mundo.
He tomado algunas cifras del libro Bases cuantitativas de la economía venezolana, del economista venezolano Asdrúbal Baptista, Petróleos de Venezuela S.A, Banco Central de Venezuela y Organización de Países Exportadores de Petróleo; siendo la más prominente, los cuantiosos ingresos petroleros recibidos por concepto de exportaciones los cuales en el lapso 1976-1998 tuvieron un saldo acumulado de $ 287.758.550.000 con un precio promedio para dicho período de 18,24 dólares el barril de petróleo.
Mientras en el período 1999-2016 los ingresos obtenidos por PDVSA por concepto de exportaciones de $ 912.580.100.00 con un precio promedio en dicho lustro de 55,16 dólares el barril. Es importante resaltar que en 2002, 2003 y 2004, el país recibió ingresos por exportaciones petroleras en el orden de $ 21.726.120.000; $ 21.543.250.000 y $ 33.541.020.000, cifras superiores a los $ 21.505.500.000 percibidos en 2001, donde el sector petrolero en Venezuela alcanzó el máximo umbral de producción y exportación; con lo cual queda descartado el supuesto efecto devastador del paro petrolero.
A pesar de los cuantiosos ingresos, el PIB petrolero se vino en picada por falta de inversiones productivas a partir de 2003, entre ellas el abandono de todas aquellas actividades dentro del sector petrolero, que ya estaban generando un alto valor agregado a nuestro petróleo y mejorando los niveles de productividad de la industria, como producto de la fuga de cerebros y talentos que se produjo con el paro petrolero, pasando de representar el PIB petrolero del 19 % total al cierre de 1999, al 10 % al finalizar 2016.
El aporte que dicha actividad hace al presupuesto ordinario del sector público, por concepto de ISLR, regalías y dividendos pasó del 33 % de los ingresos fiscales nominales en 1999, a 16 % en el 2016. Aunado a ello la enorme bonanza petrolera no fue suficiente para la voracidad fiscal del régimen gobernante, endeudando a PDVSA en grados superlativos, incrementando sus pasivos totales de $ 16.704.000.000 en el 2002 a $ 146.634.000.000 en el 2013, para cerrar con un saldo menor en el 2016 de $ 104.232.000.000; dicha cuenta en 14 años de PDVSA “rojita” tuvo un aumento del 524 %, mas no así sus activos totales, los cuales solo se acrecentaron un 273 %, y al cierre de 2016 eran de $ 195.111.000.000.
Sumado a ello la media de producción de barriles de petróleo por trabajador pasó de 47 b/d en el 2002 a 17 b/d, al culminar el 2016, significando una caída abrupta de los niveles de productividad de la empresa, como consecuencia de una desplome del 45 % de la producción y un incremento del 95 % de la fuerza laboral de la estatal petrolera en dicho lapso.
La enorme bonanza petrolera percibida por PDVSA fue producto del aumento sustancial de los precios del petróleo y de los commodities en general en el mercado internacional, como consecuencia del crecimiento global de la economía; y no de un acrecentamiento de los niveles de productividad y producción de la estatal petrolera; hoy PDVSA es una empresa financieramente muy comprometida.