Diálogo, calle, asamblea y mundo

Todos estamos claros en que la solución política a esta crisis en todos los órdenes, pasa por elecciones que pongan en manos del pueblo la última decisión

La polémica que se ha generado en Venezuela a raíz del proceso de diálogo, mediado por el Vaticano, es solo comprensible en un escenario de desesperación. El pueblo, que sufre en su casa la más grave crisis que hayamos vivido, quiere un desenlace urgente. Y no es para menos. La consecuencia más grave de las políticas gubernamentales, es el hambre. No es solo que 61 % de nuestros habitantes están comiendo únicamente una o dos veces al día, ni que es pública la imagen de gente hurgando en la basura y ni que en cualquier sitio llegan a pedir comida; sino que niños y adultos mayores están muriendo de desnutrición. La vida en Venezuela termina por falta de medicinas y en manos de un hampa desatada. Como siempre, el Gobierno oculta cifras, pero la realidad golpea nuestra cara.

Si solo consideramos esos aspectos, sino agregamos cualquier otro producto de la ineficiencia y corrupción, es natural que haya urgencia. Por eso, en muchos sectores de la sociedad esa desesperación interpela a los dirigentes y podemos llegar al contrasentido de culpar y fusilar sin contemplación a quienes luchan por un desenlace duradero. Es importante hablar a todos con claridad. La Unidad Democrática cree en la realización democrática. Eso quiere decir que todos estamos claros en que la solución política a esta crisis en todos los órdenes, pasa por elecciones que pongan en manos del pueblo la última decisión. Es por esa razón que no avalamos golpes de Estado y pedimos a Dios que no se produzca un estallido social. 

Por eso es necesario que pidamos a la mayoría de la población un voto de confianza para seguir librando esta lucha desigual. Desigual porque el Gobierno cuenta con la mayoría de las instituciones, pero también desigual porque este ya no es un país polarizado, sino que la Unidad cuenta con la mayoría del pueblo que clama un cambio y soluciones duraderas. 

Los espacios de lucha que servirán de presión para lograr una consulta electoral están claros: la Asamblea Nacional, la pacífica y constitucional protesta de calle, los organismos internacionales y el diálogo mediado por la Santa Sede. Las exigencias conocidas: que se permita la ayuda humanitaria, que se reconozca la institucionalidad y atribuciones del Parlamento, que se renueve el CNE, que sean liberados todos los presos políticos y que se produzca una elección que incluya la Presidencia. Si nada pasa el viernes, retomaremos la agenda de calle y juicio político. Estaremos activos en todos los escenarios con el compromiso de vencer.

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