Diálogo con terroristas

La sorpresiva propuesta de diálogo del presidente Santos les llegó oportuna y la tomaron no con la intención de firmar la paz, sino como un alivio al asedio del Gobierno 

Los colombianos le reconocemos al presidente Juan Manuel Santos su patriótico y tenaz interés en lograr la paz definitiva para Colombia, como el máximo legado de su mandato. En esa dirección ya se acercan los dos años de conversaciones que hasta ahora, solo han producido la ubicación e inicio del desminado conjunto de las partes en las zonas rurales sembradas del mortal artefacto, que ha dejado miles de mutilados muchos de ellos niños campesinos.

Al finalizar la gestión del presidente Álvaro Uribe, la guerrilla quedó seriamente diezmada y desvertebrados sus frentes con el Secretariado. La sorpresiva propuesta de diálogo del presidente Santos les llegó oportuna y la tomaron no con la intención de firmar la paz, sino como un alivio al asedio del Gobierno y así tomar un segundo aire para continuar en el negocio de la guerra.

Es cierto y comprobado que operan como un cartel del delito pues analistas autorizados estiman en miles de millones de pesos sus ingresos por narcotráfico. La extorsión urbana y rural son otros rubros que explotan con jugosos beneficios y más de un millón de hectáreas arrebatadas a sus legítimos dueños también hacen parte de su ilegítimo patrimonio, que ahora también engordan con la refinación clandestina del petróleo robado de los oleoductos que luego destruyen.

Hoy la guerrilla está más activa que hace seis años atrás. Con esta estrategia de terror, dudo que tengan alguna mínima simpatía popular que en una hipotética pacificación los apoyen en sus aspiraciones electorales; crearles una circunscripción especial sería poner en sus manos espurias credenciales parlamentarias. 

La historia de Centroamérica tiene ejemplos de diálogos fructíferos, que en un pasado reciente condujeron a la paz en la región. Allí las conversaciones se realizaron con interlocutores que tenían un norte ideológico, verdaderos movimientos guerrilleros, hoy alternativas de Gobierno y no carteles del delito, quienes en su accionar rebelde, no cometieron las aberrantes violaciones al derecho internacional humanitario y al terrorismo demencial que identifica el modus operandi de la guerrilla colombiana.

En el día de la patria invoco al Dios de Colombia para que este encuentro traiga pronto para este pueblo la paz y el progreso. Que no se prolongue en el tiempo un diálogo estéril y que el cese bilateral del fuego sea ahora y para siempre.  

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