¿Diálogos o entrega?

Maduro, dirigido desde La Habana, logró lo que quería: un segundo y provechoso aire para los camaradas de la cúpula gubernamental. ¡Qué desengaño!

Si algo deja claro la historia, es la mentira, el deshonor y la traición comunista; los hechos son demostrativos y fehacientes, la Unión Soviética ya desmembrada, llenó páginas dolorosas de esos (para ellos) atributos. Stalin exterminó incluso a su comité central del partido comunista; China, Cuba, Corea del Norte, la Europa Oriental Comunista, tiñeron de sangre a sus países en una orgía desenfrenada que no debemos olvidar, sin excluir a Venezuela.

La tragedia de nuestro país, no es transitoria, tiende al empeoramiento y permanencia. La instalación de una posible mesa de diálogos que pretende reunir al régimen con la oposición, pero además con la intervención del Vaticano y otras personalidades ya conocidas, advierte de una situación expectante, por no decir pesimista.

Involucrar al papa Francisco, es y será riesgoso, el comienzo de esas reuniones en Caracas logró que suspendieran dos aspectos que mantenían activada a la resistencia colectiva: el juicio político a Maduro y la marcha a Miraflores. Malestar colectivo, pues a cambio, unos cuantos presos políticos fueron liberados. Nada extraordinario, si sumamos las falencias gubernamentales y la cantidad de personas aún en cautiverio. La realidad desnuda nos demuestra que el verdadero negociador del Gobierno es el G-2 cubano, vale decir los Castro, viejos asesinos que en relación al Papa y otros papas anteriores, se han servido de ellos y de la fe del pueblo cubano para lavarse la cara, pero la represión y violación de los derechos humanos siguen intactos.

La intervención papal es un arma de doble filo, el Vaticano ha privilegiado al comunismo castrista que es el mismo de Venezuela y podemos afirmar que esta primera ronda fue totalmente beneficiosa a Maduro (léase los Castro). Consiguieron un triunfo político total: de un lado la legitimidad de Maduro y su régimen como interlocutores políticos; del otro, la recomposición de vías de entendimiento que aceptan un acomodo institucional. 

De cara a la comunidad internacional el mensaje es claro: no existe situación que sirva para la aplicación de la Carta Democrática, salirse con la suya, dividir a la oposición y desencanto en el pueblo. Maduro, dirigido desde La Habana, logró lo que quería: un segundo y provechoso aire para los camaradas de la cúpula gubernamental. ¡Qué desengaño!. A Dios rezando y con el mazo dando, debió ser la consigna. Mesas habrán, pero el Gobierno no dará marcha atrás, los comunistas no transigen.

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