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Está muy claro que esta dictadura no va a ceder porque si lo hace se queda sin nada. No es que va a perder una Gobernación, un ministerio o un Poder Público, va a perder todos los enchufes y enriquecimientos ilícitos. Por otra parte, sus personeros serán juzgados y alguno que otro condenado, la mayoría exiliados.
Ante esta impactante realidad, el chavismo, que se sabe perdedor y sin respaldo popular, no va a permitir elecciones. Por eso ha optado por lo anticonstitucional para atornillarse en el poder y a lo macho exclama descarada y públicamente que no va a entregar el Gobierno. Esa es la verdad verdadera y era evidente desde que se planteó el referendo revocatorio a principio de año.
Ya no hay referendo, y las elecciones de gobernador para julio y las de alcaldes para diciembre de 2017 serán a su tiempo también pospuestas. La desobediencia civil, la nacionalidad colombiana, la destitución, la constituyente, y todo lo que proponga la oposición se le dará largas. Hasta las elecciones cuando termine el período de Maduro serán retrasadas y así eternamente como ha ocurrido en Cuba que ya lleva más de 50 años de dictadura y no ha pasado nada.
Mientras tanto, el chavismo busca precipitar la ruina del país y el éxodo de la clase media. El aumento salarial y de tiques de alimentación decretado el jueves tiene como finalidad hacer desaparecer las empresas que quedan (el año pasado cerraron 58.000) y que aumente el desempleo (el primer semestre de 2016 se perdieron 400.000 empleos) para que todos dependan del Estado con sus misiones y los CLAP.
La dictadura aumentará el gasto social a expensas de las inversiones de infraestructura para que el pueblo tenga más pan y circo mientras el país se cae a pedazos. Maduro con su infinita capacidad para mentir y engañar, a través de las insoportables cadenas de TV, reparte dinero, regala casas y lava cerebro. El resultado que se busca es captar nuevos adeptos al régimen que hagan alejar las posibilidades de una derrota electoral del chavismo. Sólo así la dictadura aceptaría una elección.
Por su parte en caso de un diálogo, la oposición, negociaría la forma de la salida pero nunca la salida misma. Hay que pensar en otra cosa y ahora. Que oiga quien tiene oídos…