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Fiel a la tónica que había mostrado este fin semana lleno de títulos en Europa, la final de la Copa del Rey obligó a esperar más de los 90 minutos reglamentarios para mostrar al “Rey de Copas” español. Después de unos largos 120 minutos, de dos expulsados y de un total de 15 tarjetas entre amarillas y rojas, el Barcelona se impuso (2-0) al Sevilla en el estadio Vicente Calderón, de Madrid, para obtener un doblete, el segundo de manera consecutiva.
Los números lo advirtieron en la previa. Era ante una final muy pareja, una en la que el destino jugó una travesura e hizo que equipos que llegaban con lo justo en tanque, tuvieran que jugar dos tiempos extra. Los blaugranas acumulaban la cantidad de 61 partidos jugados contra 62 de los andaluces. Mal momento para irse a la prórroga.
Prueba de la carga física que arrastraban ambas oncenas fue la imagen que dejó el delantero uruguayo Luis Suárez mientras salió lesionado al 53′. El pilar fundamental en el tridente ofensivo del Barcelona era el único jugador en la cancha que había disputado todos los partidos de la temporada. Sumaba un total de 4.710 minutos.
Superioridad del Sevilla
Los dirigidos por Unai Emery plantaron cara desde el principio. Si bien los primeros 20 minutos fueron de mucho estudio, se le notaba la incomodidad al Barcelona a la hora de intentar lograr sus tan populares triangulaciones, y en eso mucho tuvo que ver el planteamiento del equipo blanquirrojo.
Ante un partido tan estudiado, solo una jugada aislada podía romper ambos esquemas, y dicha ocasión fue la expulsión de Javier Mascherano al 36′ provocada por Kevin Gameiro. Esa situación solo le sirvió al Sevilla para acentuar el buen nivel que ya mostraba, pero no alcanzó lo fundamental, que era abrir el marcador.
Factor Messi
Al finalizar los 90 minutos y mantenerse el empate (0-0) el Sevilla también vio disminuida su plantilla con la expulsión del argentino Ever Banega al 90+1′. Quedó todo servido para que el único jugador presente en el campo con la capacidad de darle la vuelta él solo hiciera acto de presencia.
A Lionel Messi le bastaron 10 minutos del primer tiempo extra para poner todo en orden a favor del Barcelona. El delantero provocó la amonestación de varios jugadores sevillistas y, por si fuera poco, colocó una asistencia de otro partido a Jordi Alba para que este abriera el marcador (97′) a favor de los “culés”.
No conforme con eso, el atacante argentino deleitó de nuevo con su faceta de asistidor al final de la segunda parte complementaria al ponerle un pase digno del mejor jugador del planeta a Neymar para que este anotara el 2-0 definitivo que les dio la Copa del Rey a los catalanes.
“Es imposible que este equipo muestre más carácter y capacidad. Con 10 jugadores el panorama cambió ellos supieron interpretarlo”. Así se expresó el director técnico Luis Enrique sobre la actitud del equipo tras la expulsión de Mascherano. “Es un conjunto hecho para atacar, pero hoy supo defender muy bien”, finalizó.
El Barcelona, que se quedó fuera en Champions, consiguió su segundo doblete (liga española y Copa del Rey) de forma consecutiva y su dirigente entró en la historia del fútbol al ser el sexto entrenador que logra esta hazaña.