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El millonario Donald Trump se unió ayer a la nutrida lista de republicanos que aspiran a llegar a la Casa Blanca y se presentó como un empresario solvente que puede convertir a Estados Unidos en una potencia tan rica como su propio imperio.
“Damas y caballeros, estoy oficialmente entrando en la carrera para presidente de Estados Unidos, y vamos a hacer nuestro país grande de nuevo”, afirmó ayer Trump en un acto en la Trump Tower, uno de los rascacielos que posee en Nueva York.
“El sueño americano está muerto. Pero si gano lo construiré de nuevo, más grande y mejor que nunca antes”, afirmó Trump ante centenares de asistentes al acto, que corearon “queremos a Trump” a lo largo de los 45 minutos que duró su discurso.
Flanqueado por su numerosa familia, el magnate se presentó como el “gran líder” que Estados Unidos necesita. “Necesitamos un líder que pueda devolver nuestros trabajos, nuestras fábricas, nuestro ejército, que cuide de nuestros veteranos, que han sido abandonados. Un líder que suba el ánimo”, aseguró.
Trump hizo alarde de su fortuna neta, que cifró en ocho mil 737 millones de dólares, y presumió de ser el candidato que no necesitará pedir dinero para su campaña, por lo que no tendrá que cumplir con intereses ajenos una vez llegue a la Casa Blanca.
“No necesito el dinero de nadie. Voy a usar mi propio dinero, porque soy realmente rico, por cierto”, remarcó, entre vítores de sus seguidores que se congregaron alrededor de la planta baja del rascacielos, con pancartas que decían “Yo creo en Trump”, “Queremos un país más fuerte” y “Queremos trabajos”.
Y es que el millonario combinó en su mitin una propuesta de política económica basada en la creación de empleo -recordó que a lo largo de su carrera ha sido el jefe de decenas de millares de personas- con un agresivo discurso de política exterior, un tema en el que parte con ventaja por ser un “gran negociador”.
“La gente no puede tener trabajo porque China tiene nuestros trabajos, y México tiene nuestros trabajos”, aseveró. “Nuestro país tiene un serio problema, ya no tenemos victorias. ¿Cuándo fue la última vez que alguien nos vio ganar a China en un tratado comercial? Nos asesinan. Yo gano a China todo el rato”, dijo Trump, con traje azul oscuro, corbata roja y la bandera de EEUU en la solapa.
Trump, de 69 años, lanzó duras críticas a los inmigrantes mexicanos e indicó que si llega a la Casa Blanca construirá un “gran, gran muro” en la frontera sur y hará “que México lo pague”.
“México no es nuestro amigo”, insistió ante sus seguidores, la gran mayoría jóvenes. “Cuando México nos envía a su gente no nos está enviando a los mejores. Están enviando gente que tiene muchos problemas y los están trayendo con ellos. Traen drogas, crimen, son violadores”.
Al ritmo de “Rockin’ In The Free World”, de Neil Young, y del brazo de su tercera esposa, Melania, de 45 años, Trump bajó las escaleras de la torre que lleva su nombre como una verdadera estrella televisiva.
Hizo gala de su experiencia en el concurso “The Apprentice”, creada como ejemplo de un empresario de éxito, y fue presentado por su hija Ivanka, quien lo retrató como “un líder que predica con el ejemplo”.
Trump es el decimosegundo candidato presidencial republicano que quiere desembarcar en la Casa Blanca.
Un magnate
El anuncio de las aspiraciones presidenciales de Donald Trump supone el corolario a la biografía de este magnate inmobiliario, encarnación simultánea del sueño y la pesadilla de americanos en una vida llena de auges y caídas, trufada de divorcios, libros, vodka y hasta un reality show en televisión.
“Nunca se puede ser demasiado avaro” es su eslogan y él mismo se ha encargado de definir el día de su adhesión a la carrera presidencial como “un gran día para Estados Unidos”, bajo el hashtag de #MakeAmericaGreatAgain (devuelve la grandeza a Estados Unidos).
Donald Trump nació en una familia de clase media, concretamente el 14 de junio de 1946 en Queens, en Nueva York, para luego convertirse en un megalómano gurú cuyo fan número 1 es él mismo.
Se licenció en 1968 en Economía Financiera por la Universidad de Pensilvania, comenzó como obrero en la empresa de su padre, que heredó a los 28 años el negocio, y le dio el giro para acabar dominando el negocio inmobiliario.