Una democracia moderna debe sustentarse sobre una base única -el Sistema jurídico que la rige- y sobre ella numerosas realidades plurales”. Ese es el deber ser de la concepción y praxis de la política
“No debemos confiar en que nadie nos salve, sino conocer bien el hecho de que las elecciones erróneas nos hacen incapaces de salvarnos”. Erich Fromm
En mi libro El extravío revolucionario, editado en el año 2012 por la Fundación La Verdad, escribí lo siguiente: “la democracia tiene necesariamente unos contenidos de valores irrenunciables, como lo son el respeto a la existencia de cada individuo; a vivir la vida con dignidad y el respeto a ser de acuerdo a sus valores y principios éticos y morales. Una democracia moderna debe sustentarse sobre una base única -el Sistema jurídico que la rige- y sobre ella numerosas realidades plurales”. Ese es el deber ser de la concepción y praxis de la política.
En Venezuela se ha degradado en extremo ese referente de la política, más aún en los últimos 20 años en los cuales hemos estado viviendo bajo el efecto “Dunning-Krugger”, fenómeno psicológico descrito por estos científicos de la Universidad de Cornell, según el cual las personas con escaso conocimiento tienden sistemáticamente a pensar que saben mucho más de lo que saben y a considerarse más inteligentes que otras personas más preparadas.
En el país se libra desde entonces una lucha política entre las dos únicas razas: la de los hombres y mujeres decentes que levantan sus banderas de dignidad, libertad y democracia, frente a los indecentes con sus banderas de corrupción, falsedad y engaños. Se trata de una lucha entre dos visiones contrapuestas del mundo: entre el colectivismo marxista fracasado en todo el planeta después de sacrificar varias generaciones de seres humanos, y el individualismo democrático que garantiza el respeto a la libertad plena, sin más restricciones que el respeto al derecho de los demás.
La sociedad venezolana aspira a darle sentido a su vida, no quiere marcharse, pero tampoco puede quedarse en este espacio sin futuro a corto plazo. Tampoco está dispuesta a esperar que la dirigencia política siga “deshojando la margarita”, hasta que aflore su militancia humana y atienda el reclamo de la patria maltrecha.
Es el reclamo firme y certero de los ciudadanos formados en democracia que se rebelan frente a la razón psicológica de tener que aceptar la dictadura porque otros se eximen del tormento de tener que tomar decisiones importantes. En ese sentido, la dirigencia política de la MUD debe atender la exigencia histórica y la inteligencia ciudadana que advierte que no está dispuesta a caer en el juego que el régimen aspira.