
Era el 8 de junio, los asesinados en protestas ya eran 67 -que luego se convertirían en más de 130- y Dudamel tomaba el único recurso que tenía en sus manos, un momento deportivo histórico, para enviar un mensaje contundente y unirse a la resistencia desde su trinchera
“Por favor, paren ya las armas”. La frase del vídeo era poderosa de por sí. Pero si se tiene en cuenta el contexto y la persona que la pronunció podía considerarse como especie de combustible que no necesitaba de ninguna chispa para volverse viral inmediatamente.
“Hoy la alegría nos la ha dado un chico de 17 años y ayer murió uno de 17 años”, agregaba. El señor del vídeo era Rafael Dudamel, quien en ese momento daba declaraciones a la prensa luego de que la Vinotinto sub 20 clasificara por primera vez a la final de una Copa del Mundo de esta categoría.
El mensaje iba dirigido al presidente Nicolás Maduro, que también jugaba en esos días su partido personal pero en otra disciplina: la del poder. Sus rivales eran miles de manifestantes que protestaban en todo el territorio nacional exigiendo elecciones regionales que, para ese momento, habían sido aplazadas por el Poder Electoral basándose en argumentos poco convincentes.
A Dudamel no le tembló la mano y encaró directamente a Maduro, su contrincante de ese preciso instante: “Presidente, paremos ya las armas que esos chicos que salen a las calles lo único que quieren es una Venezuela mejor. La que sonría y que disfruta de la vida".
El resto fue historia. En cuestión de minutos el vídeo estaba en todos los portales nacionales y había sido replicado también por varios internacionales, además de ser tendencia en las redes sociales.
Era el 8 de junio, los asesinados en protestas ya eran 67 -que luego se convertirían en más de 130- y Dudamel tomaba el único recurso que tenía en sus manos, un momento deportivo histórico, para enviar un mensaje contundente y unirse a la resistencia desde su trinchera.
Tres días después Venezuela caía en la final ante Inglaterra y se convertía en la subcampeona del certamen. Sin embargo, la alegría por la hazaña era palpable y llegaba en momentos difíciles para el país.
Rafael, oriundo de Yaracuy, no dejó las cosas así y volvió a resistir en la llegada de la selección nacional a Venezuela cuando no permitió que lo recibiera el primer mandatario. Muchos de los fanáticos que se trasladaron aquella tarde al estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela esperaron un discurso de él con respecto a las manifestaciones que se vivían en las calles, cantando a todo pulmón: “¡Y va a caer, y va caer, este Gobierno va a caer!”. Pero no lo dio.
No obstante, lanzó una frase dedicada a sus padres que retumbó en Miraflores: “Gracias a ustedes quienes me enseñaron que los principios y los valores no se negocian”.