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La vorágine de noticias, teorías conspirativas, predicciones, y demás elementos que colman la vida de los venezolanos hoy en día debe ser contextualizada con bases históricas, filosóficas, y aquellas provenientes de las ciencias políticas. De lo contrario intentar comprender el contexto actual y, más aun, tratar de prever escenarios, se convierte en una tarea prácticamente imposible, pues de hecho hay actores que conscientemente les interesa contaminar el ambiente y jugar a la confusión, de tal forma que la incertidumbre sea su principal aliada.
De acuerdo al autor marxista Antonio Gramsci el Estado es básicamente un aparato que protege los intereses del grupo dominante del momento, o como lo denominó el grupo hegemónico. En base a ello plantea que hay dos supraestructuras, la primera de ellas compuesta por aquellas masas que se suman espontáneamente al grupo dominante, quien normalmente las controla a través de una “hegemonía cultural”. La segunda supraestructura es el Estado, cuya función es ejercer el poder coercitivo que “legalmente” fuerza a plegarse al grupo dominante a quienes no lo han hecho.
En esta misma línea, Gramsci señala que en la medida que las dos supraestructuras mencionadas van plegando a los distintos grupos a su sistema ocurre una “centralización legal de la vida nacional en las manos del grupo dominante”. Visto lo anterior puede surgir la interrogante sobre el papel del dinero en esta historia. La respuesta es simple, el origen del poder del grupo hegemónico es el control de los medios de producción. En el caso venezolano, quien controla la renta se convierte en el grupo dominante. La primera fase del chavismo se basó en la “hegemonía cultural”, logrando que muchos se plegaran voluntariamente; al disminuir este apoyo “espontáneo” se ha recurrido a la segunda supraestructura de control, el Estado.
El análisis en torno a los grupos hegemónicos y el poder puede llevar por otros caminos que escapan al alcance de este espacio. Sin embargo, es posible prever que las fracturas de ese grupo dominante conlleven a reacomodos que terminen conformando un nuevo grupo hegemónico, el cual seguirá teniendo como principal fuente de poder la renta. Hasta que la estructura productiva del país no cambie, y por lo tanto el control de los medios de producción, esta lucha entre grupos dominantes por el todo o nada del control de la renta seguirá estando a la orden del día.