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Educar no es fabricar adultos según un modelo sino liberar en cada hombre lo que le impide ser él mismo.” Olivier Reboul.
En su libro ¡Basta de Historias”, Andrés Oppenheimer cita una expresión, con mucha vigencia, de Fernando Henrique Cardoso, expresidente de Brasil: “En Latinoamérica hay una obsesión con el pasado. La idea de que los vivos están guiados por los muertos está muy viva en la región.” A estas alturas del siglo XXI, el grito de “Chávez vive” y la pretendida y ardorosa defensa de su legado, que sin lugar a dudas podríamos calificar de muy negativo, de desastroso, le da la razón al mencionado presidente. Se quiere construir un nuevo mito regodeándose con fábulas que lo introduzcan a juro en la historia del país.
Más cerca de nosotros, Ana Teresa Torres, en “La herencia de la tribu”, se encarga de relatarnos esa especie de circularidad mítica en que se empeña en envolvernos la revolución bolivariana con una vuelta a un símbolo del pasado como lo es la patria representada en la independencia, “un regreso al pasado para sustentar el mito y una mirada al futuro para desarrollar la utopía” como muy bien lo describe la autora. Es decir, que el socialismo del siglo XXI, tiene su origen en la creencia en la refundación de la patria como paso final de la patria mítica, la cual se explica a partir del mito de la revolución inconclusa. Este ensayo socialista viene a ratificar la escisión de las dos Venezuela. Seguimos perdidos en el tiempo, pero, todos caminando en círculos sobre la misma tierra. Seguimos siendo, según la visión de Mario Briceño Iragorry, un poblamiento en lugar de una nación, “seres unidos por la convivencia geográfica, pero dispersos por la historia”.
Es esa herencia tribal, exacerbada por el actual régimen, lo que nos impide obtener “la densidad histórica para el ascenso a nación”. Es una razón más de mucho peso, para seguir luchando por un cambio de rumbo urgente en el país, que nos permita sacudirnos el mito de la patria heroica y nos enrumbemos definitivamente por el sendero más corto al encuentro con la sociedad del conocimiento. Después de la salida del régimen, se requiere de un esfuerzo enorme de profilaxia ideológica y política, a través de la educación, para evitar la propagación de ese gérmen pseudo revolucionario que ha sumergido al país en un tremedal, ajeno a todo vestigio de un ideal social.
La reconstrucción de la patria como un proyecto de futuro exige no solo superar los mitos, sino además, superar los complejos ideológicos atávicos que dificultan nuestra relación como nación moderna y civilizada con el resto del mundo. Tenemos que mirar hacia adelante afincados en el objetivo de reconstrucción de la patria posible que nos permita incorporarnos en el concierto de países que más progresan, que son aquellos que mejor se insertan en la economía del conocimiento. Podemos debatir sobre el pasado, pero tenemos que dedicar mucho más esfuerzo y tiempo a lidiar con el futuro, y para ello, hay que educar para la libertad.