Efeméride electrizante

 

Esperemos que al menos la efeméride pueda ser celebrada sin los bajones y apagones que justamente hace un año comenzaron, luego de una explosión en la subestación El Tablazo, lo que encubría la creciente debilidad de las plantas de generación locales

Ayer, Venezuela celebró 130 años de historia eléctrica que arrancó en Maracaibo el 24 de octubre de 1888, gracias al espíritu pionero de Don Jaime Felipe Carrillo, que con 0,645 MW con sus luminarias instaló en Venezuela la era eléctrica y esta iniciativa dio paso a otras más que se esparcieron por Caracas, Valencia y poco a poco, la era eléctrica comenzó a repartir lumbres por el país. Los primeros 110 años fueron admirables, primero a paso lento y a veces a pasos agigantados, lográndose armar un sistema eléctrico de avanzada en América Latina.

Este éxito se debió a que los riesgos y retos que se asumieron, los hicieron gente hacedora que le dio importancia a los valores que debían promoverse en toda la organización: trabajo honesto, ética, valoración del talento humano, ciencias gerenciales y sana administración, creándose una cultura de gobernación corporativa, que fue exitosa y perfectible tanto en manos privadas como públicas hasta que las malignas fuerzas oscuras de los últimos 20 años la socavaron. 

Lo anterior ratifica que la propiedad de la empresa no tiene nada que ver con el éxito de ella, es más bien la cultura y de allí la mística que la empresa emana, lo que la hace exitosa.  

Esperemos que al menos la efeméride pueda ser celebrada sin los bajones y apagones que justamente hace un año comenzaron, luego de una explosión en la subestación El Tablazo, lo que encubría la creciente debilidad de las plantas de generación locales, al ir fallando los nexos, la situación se convirtió en inocultable y los racionamientos se desbocaron al igual que las burdas explicaciones, excusas y la tesis del “sabotaje”. 

Pero Corpoelec no es un fracaso, ha sido exitosa en la ejecución del guion de destrucción nacional, quitándole la vitalidad al comercio e industria, y promoviendo la diáspora con una perversa ingeniería de control social, silentemente propulsada para alcanzar la dominación de la sociedad a través de las carencias de electricidad. O volvemos por el sendero de la luz o la oscuridad con su ruina nos tragará. No hay de otra. ¡Pa’lante, que para atrás espanta!

 

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