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Las medidas de ajustes macroeconómicas son inminentemente necesarias e impostergables, el tiempo para tomarlas es pretérito y la inacción criminal del régimen las hará aún más drásticas e insoportables, lo que estamos padeciendo los ciudadanos venezolanos es el apocalipsis económico, un período aciago donde el hambre, la miseria y las enfermedades, son primerísimos actores, protagonistas de una funesta novela de terror hecha en socialismo; el símil entre las sagradas escrituras y la realidad del país es pavoroso y a su vez digno de un profundo análisis teológico.
La enfermiza e irracional insistencia del régimen de continuar y profundizar su desfasado modelo económico, el sistemático exterminio del aparato productivo y del sector empresarial, más las desacertadas políticas aplicadas en materia económica, son sin lugar a dudas, las causas más relevantes que configuraron este escenario en el fondo del abismo; la inflación, la escasez y el desabastecimiento, en rubros tan sensibles como alimentos y medicinas, aunado a las ya gravísimas deficiencias en los servicios públicos esenciales como el agua y la electricidad, no son más que las consecuencias de tan inepto proceder, la cotidianidad se llenó de carestías que irremediablemente se agravarán aún más.
Los falsos profetas del régimen anuncian supuestas medidas de salvación contenidas en un decreto de emergencia económica, instrumento que no persigue solventar la crisis, pues no ataca las verdaderas causas de su origen, pero sí pretende maliciosamente acorralar los últimos reductos de libertad económica y más aun engrillar la democracia. El régimen busca desesperadamente “el cómo” superar la crisis, sus desaciertos son cada vez mayores, endilgarla a un tercero ya no funciona, pero aún con el agua al cuello y sin saber nadar, no son capaces de reconocer sus errores, ni muchos menos de rectificar en su proceder; cual jinetes del apocalipsis cabalgaron sobre la tierra y arrasaron con lo poco que quedaba en pie, económicamente hablando.
Su tiempo feneció, las oportunidades se agotaron, el cambio es inevitable, como cualquier especie que no evoluciona se extingue, es hora de actuar, de articularnos, de establecer un objetivo común, de embarcarnos con nuestros asambleístas y remar al unísono hacia una salida constitucional, es apremiante.