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La feligresía zuliana colmó la Basílica. Desde el altar hasta la plazoleta, en los alrededores del templo y asomados por las ventanas estaban los devotos de la Reina Morena, a la espera del gran momento, el descenso del retablo sagrado y posteriormente, el beso público a la tablita. Los fervorosos la recibieron con lágrimas y aplausos. La Guardia Nacional Bolivariana se desplegó en la iglesia desde las 3.00 de la tarde.
La Sociedad Religiosa Servidores de María custodió la festividad ayer, en la que reinó la fe y el amor hacia La Chinita. Los grupos de apostolado de la Basílica se concentraron entre las bancas del templo. Los cantos estuvieron amenizados por las Voces Blancas de la asociación y la banda de guerra del Destacamento 11 de la GNB hizo un homenaje a la patrona de los zulianos y tocó el himno nacional y el de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. En la celebración religiosa se hicieron presentes autoridades regionales y municipales.
Eleuterio Cuevas, párroco de la basílica, agradeció a los representantes del Zulia por su presencia en el acto. “Hemos abierto las puertas de esta morada para una ceremonia humilde, la del estampado del beso de le Chinita, es la gracia de saber que somos hermanos y que tenemos que querernos unos a otros”. El sacerdote pidió al Espíritu Santo por la paz y el progreso de Venezuela.
Camino de devoción
Tras las palabras del padre, se abrió espacio entre los asistentes y un oficial superior de la Guardia nacional caminó con la llave del camerín hacia el altar, junto con el presidente y vicepresidente de los Servidores de María, y la entregó al presbítero, quien se dirigió hacia el nicho de la virgen María de Chiquinquirá y abrió la puertecilla de vidrio. Es el primer año en el que el cuerpo de seguridad y los cuidadores de la Virgen hacen los honores.
Al inicio de su descenso, el público aplaudió sin cesar. Unos no pudieron contener la emoción y corrieron lágrimas. El sacerdote levantó la sagrada reliquia y la mostró a los creyentes. Los funcionarios estatales y municipales procedieron a besar la tablita, la historia religiosa del zuliano. “Somos dichosos de presenciar tan sagrado momento”, exaltó Cuevas. Mientras los asistentes hicieron una fila para esperar su turno y darle el beso, los orfebres limpiaban las joyas de la Santísima.
Eveling de Rosales, alcaldesa de Maracaibo, agradeció al párroco de la Basílica por devolverle al pueblo el beso de la Chiquinquirá y argumentó que el acto no es de los gobernantes, sino de quien cree en ella y le pide favores con misericordia. “La virgen es de todo el que quiera venir a rendirle honor”. Confesó que la paz de Venezuela y su esposo Manuel Rosales encabezaron sus peticiones. “Sientes que la virgen te llena de energías y de fuerzas. Lo más importante es ver cuando ella baja y todos somos uno solo, somos iguales”.
A partir de las 8.00 de la mañana de hoy comenzará la recepción de flores, que adornarán a la Virgen para su bajada
Juan Carlos Larreal. Devoto de la Chinita. “En mi corazón no cabe mayor emoción y gratitud. Es un momento único, en el que todo lo que uno siente se encuentra. Es el primer año que la besaré”.
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