sábado, diciembre 14, 2024
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El calvario de los colombianos que viven en Maracaibo

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En su negocio un colombiano colgu00f3 un cartel en el que pide uniu00f3n para el pueblo. (Foto: Juan Guerrero)

La petición que hizo Arias Cárdenas al Gobierno nacional para declarar estado de excepción no pasó desapercibida en la ciudad. Comunidad colombiana de Maracaibo teme que comiencen a deportar

“Mi hija me llamó asustada. Tiene siete años. Me dijo que la Guardia está en el barrio, llevándose a los colombianos porque no tienen papeles”. Sandra Milena es una de las miles de indocumentadas que viven en Maracaibo. Su nombre verdadero -y el de todos los que aparecen en esta historia- está resguardado en una libreta, pues tienen temor a recibir represalias. También porque tiene miedo de ser despojada de “sus cosas”, que compró “con esfuerzo y sacrificio”, y deportada a su país de origen, donde no tiene nada, porque desde hace una década vive como una venezolana más.

La trabajadora doméstica, de tez morena y 46 años, piensa lo mismo que “Jhon”, dueño de una piñatería en el centro. Y “Luis”, que a media mañana vende jugo a las afueras del Centro Comercial Galerías, opina igual que “Murillo”, que acomoda antes del almuerzo los duraznos de su frutería, cerca del mercado de Santa Rosalía. Todos tienen algo que les une por encima su inocultable acento cafetero: son indocumentados y, por consiguiente, temen que esta nueva “arremetida” del Gobierno nacional contra los colombianos, que comenzó la semana pasada con el cierre de la frontera tachirense, los lleve de vuelta a su país, a la fuerza, “como delincuentes”, sin sus cosas, sin sus vidas, sin sus hijos venezolanos.

La petición que hizo el gobernador Francisco Arias Cárdenas al Gobierno nacional para que declarara el estado de excepción en la frontera zuliana no pasó desapercibida en la comunidad neogranadina que vive en Maracaibo. En el centro de la ciudad, donde predominan los comercios de estos inmigrantes, muchos de los tarantines estaban vacíos. “Están escondidos”, confesó un vendedor de juguetes. “Muchos no vinieron a trabajar. Prefirieron perder el día de trabajo y quedarse seguros en sus casas. Los que están aquí, están asustados. No pueden ver a un Guardia Nacional pasar por el frente, porque han visto las fotos de los colombianos que fueron deportados en Táchira”.

“¿Y qué hicimos nosotros?”

“Es muy triste. Lo digo con honestidad. Este país me ha dado todas las oportunidades y estaré siempre agradecido, pero lo que tengo es gracias a mi trabajo. Tengo ocho años en Venezuela y me duele ver como sacan a los colombianos como unos perros, como si todos fueran paramilitares. ¿Ustedes creen que un paramilitar se va a regresar a su país cargando en su espalda una nevera o un tanque de agua como se vio en Táchira?”, cuestiona “Jhon”, antioqueño de cuarenta y pico de años y peinado de vallenatero, uno de los pocos colombianos que estaba ayer en el centro, trabajando en su piñatería -donde tiene 15 empleados venezolanos-, con evidentes signos de preocupación, porque lo que está en juego es su negocio, su bienestar y el de su familia.

“No es tratando mal a los colombianos que se resuelven los problemas”, suelta el comerciante, quien pese a tener RIF, licencia de conducir, carta médica y cédula de residente, teme que sea devuelto a Colombia junto a sus coterráneos, que -según él- son los dueños de casi todos los comercios de la avenida Libertador y del Bingo Reina. “El primer culpable fue Hugo Chávez, que regaló de todo a los venezolanos y muchos de ellos se convirtieron en unos sinvergüenzas”, agrega. “Mi hija es venezolana, pero tiene mi sangre. No la puedo dejar botada aquí, sola. Primero me tienen que matar”.

Sin papeles

Pese a la amenaza latente de ser deportado, “Luis”, quien no entiende por qué el Gobierno venezolano está tomando esta medida, se fue a la boca del lobo a trabajar en su venta de jugos, a unos 50 metros de una alcabala de la GNB, a las afueras de un centro comercial en La Limpia, donde usuarios denunciaron que se intensificaron los operativos. “Hace 30 años los venezolanos iban a Cúcuta y compraban los que les daba la gana, se sentían reyes. Nunca los sacaron. Pero ahora se volteó la torta y es muy lamentable que nos boten por un tema político”.

Sostiene: “Si a mí me deportan, qué voy a hacer. Me voy a mi país”. Y ahonda. “Espero que no me castigue Dios, pero si me deportan, no vuelvo más nunca a Venezuela (…) Yo le dije a mi esposa que si me llevaban, que me enviara la bicicleta de los jugos, que yo trabajaba allá. Esto está mal, hermano. Yo aseguro que ni en el peor momento de Colombia estaba como hoy Venezuela”.

¿Cuántos son?

Se desconoce el número exacto de cuántos colombianos viven en Maracaibo o en el país. Pese a que Nicolás Maduro aseguró que más de 121 mil colombianos se han establecido en Venezuela en este año, los datos de Migración Colombia muestran que en realidad son menos de 10 por ciento de esa cifra.

Ida por vuelta

Algunos colombianos consultados por La Verdad aseguraron que más se tarda la Guardia Nacional en llevárselos deportados que lo que demoran en regresar. “No han terminado de llegar y se devuelven por una trocha”, confesaron.

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