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Decía el prócer uruguayo Artigas: “con la verdad ni ofendo, ni temo”, pero en el caso del amigo Samuel Darío “Sammy” habría que añadir: “con la verdad ni ofendo, ni temo, pero si incomodo”, y es que así fue Sammy, un eterno luchador por comunicar la verdad cualesquiera que fuesen sus consecuencias, y con ello no ofendía pero sí incomodaba a más de uno que escuchaba en sus palabras, la contundencia de quien nunca temió defender la Revolución del amor.
No voy a ahondar en especulaciones sobre las formas del horrendo crimen que cegó su vida. No haremos el juego a los enemigos de la patria que buscan expandir la violencia como práctica política. Pero sí debo decir, coherente y consecuente con Samuel Darío, que nos duele profundamente su partida y que quienes planificaron, ordenaron y ejecutaron su asesinato son los mismos enemigos de la verdad, del pueblo, los enemigos de la Revolución.
La mejor forma de honrar a Sammy es continuar con su ejemplo, comunicando en todas partes la verdad de la Revolución, profundizando con su alegría y su amor la comunicación popular como garantía de que el pueblo sea su propio hacedor de verdades. Sammy representa la voz de quienes construyen día a día la nueva Patria Bolivariana, y por eso lo mataron.
Se equivocan quienes creen que tu muerte silenciará las verdades que cual cañón de artillería lanzaste para defender los logros de la Revolución y denunciar a los enemigos imperiales pero también a los quinta columna que pululan tratando de sacar provecho del proceso bolivariano.
Querido amigo diste la vida por la verdad, por el amor. Tu valentía te llevó a la desgracia. Imagino a quienes planearon y ejecutaron tu crimen, hipócritamente darse golpes de pecho “para congraciarse con las gradas”. Los cuerpos de seguridad e investigación del estado revolucionario deben investigar con extraordinaria objetividad tu asesinato, como el de todo aquel ciudadano que haya sido víctima de tamaña miseria. “Dale Con Sammy… El cañón de la Revolución en Trujillo”, ten la seguridad que volverá hecho millones de trujillanos. Hasta la victoria siempre camarada Sammy. Y recuerda que quienes abrazamos las banderas de la paz y la verdad, ¡Venceremos y Viviremos por siempre!