Quedan en evidencia las protestas sociales, legítimas y justificadas, ocurridas en ambos países en 2017 y 2018, y cuyos resultados se tradujeron en centenares de muertos, heridos y encarcelados
Ante la idiotez de Latinoamérica de pretender buscar las soluciones de nuestras condiciones de subdesarrollo, reviviendo y dándoles cabida a proyectos políticos, económicos e ideológicos anacrónicos y fracasados como el social-comunista, se producen entonces resultados políticos-electorales como el ocurrido en México; mientras en otras sociedades de la región donde dichos sistemas políticos e ideológicos se han implantado, la crisis política, económica y social, hacen metástasis como el caso de Venezuela y Nicaragua, por la miseria y la destrucción del aparato productivo que han generado.
Si aunado ello, le agregamos el tutelaje ibérico con financiamiento bolivariano en dólares revolucionarios, a los antisistemas de la política española desde su guarida catalana, y ahora aliados imprescindibles del nuevo gobierno socialista español, cuyo último dignatario por cierto llevó a la quiebra a dicha nación; luego rescatada por el gobierno del partido popular, ello sin duda obliga a convocar un nuevo cenáculo del antro comunista del “Foro de Sao Paulo” para establecer nuevas estrategias ante los espacios del poder político.
Ante tal situación, quedan en evidencia las protestas sociales, legítimas y justificadas, ocurridas en ambos países en 2017 y 2018, y cuyos resultados se tradujeron en centenares de muertos, heridos y encarcelados, las cuales no son producto de la acción de dictaduras convencionales sino de toda una organización política multinacional, que pretenden mantener y expandir su poder político en el continente a costa de cualquier precio, y asumiendo el costo político que sea necesario, así ello signifique la violación flagrante, masiva y continuada del Estado de derecho y con ello de los derechos humanos.
Por ello la solución a la crisis Venezolana a través de mecanismos político-electorales resulta un imposible y hasta cierto punto, una ingenuidad o terquedad por parte de un sector político “opositor” al régimen, que en el peor de los escenarios negocia bajo la mesa y en el mejor de los contextos se abrogaría el protagonismo de salvador y solucionador de la crisis que el país vive en todo los órdenes; por ello una nueva reagrupación y coordinación de los poderes políticos democráticos en todas la región americana, desde Alaska hasta la Patagonia y la Unión Europea para poder frenar esta nueva arremetida de la izquierda fascista en el continente, resulta impretermitible ante las estrategias y acción política que se fraguan en el antro del Foro de Sao Paulo en la Cuba castrista.