sábado, diciembre 14, 2024
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El centenario de Arístides Calvani

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Hoy, los venezolanos en medio de esta crisis ética, moral e ideológica que nos destruye, debemos recordar su figura de excepción en nuestra historia contemporánea, para ponerla de ejemplo a nuestros jóvenes políticos.

Hace cien años nació uno de los venezolanos más destacados del siglo XX: Arístides Calvani, un hombre hecho a base de principios. Jurista y sociólogo de esmerada formación, fuera y dentro del país, puede considerársele, el más importante ideólogo y ejecutor del pensamiento socialcristiano en América Latina.

Fue un hombre de profundas convicciones y de sólida formación cristiana, que dedicó su vida a divulgar los principios de los que estaba hecho de pies a cabeza. Siempre habló claro, sin temor al riesgo de ir contra la corriente. 

En pocos hombres he visto más coherencia entre sus principios y sus actos. Diferenció como nadie, las divergencias en el plano ideológico o político de las relaciones personales, siempre fraternas. Uno de sus adversarios ideológicos expresó al momento de su muerte inesperada: “Su filosofía y su ideología nos separaban. 

Sin embargo, nos unía su calidad humana y su pasión por hacer del hombre el centro de su filosofía”. Desde los años 40 del pasado siglo, puso las bases de un movimiento de ideas socialcristianas  en la política y el movimiento sindical. Funda el Instituto Nacional de Estudios Sindicales, la Escuela de Ciencias Sociales de la Ucab y el Instituto de Formación Demócrata Cristiana de América, por el que pasan los más importantes líderes democratacristianos de América Latina. 

Por otra parte, desde la UCV, brilla como profesor excepcional de Filosofía e Introducción al Derecho. En la década de los 60 del pasado siglo, tuve la suerte de tenerle como profesor en varios cursos de formación ideológica. Confieso que después de oírlo, no he conocido a nadie con mayor poder de convicción, con razonamientos más sólidos. 

Nunca rehuyó responsabilidades: estaba preso cuando cayó Pérez Jiménez, enfrentó con valentía la subversión marxista en los primeros años de la democracia y hasta sus últimos días adelantó una cruzada admirable por la paz y la democratización en América Latina, ante la amenaza totalitaria marxista. Pero su vida cambió de rumbo, cuando su amigo fraterno Rafael Caldera le designa Canciller en 1969,  contra todo pronóstico. 

Escuché de sus labios la sorpresa que sintió ante tal designación. Calvani dio un vuelco a su vida y a nuestras relaciones exteriores. Fue ejecutor admirable de la doctrina de la Justicia Social Internacional y del Pluralismo. Desde Europa lo comenzaron a llamar “el Canciller de América”. Se convirtió en la mejor expresión del Socialcristianismo en el Tercer Mundo. Desde su discurso en la Conferencia de Tlatelolco (México), los diplomáticos le llamaban el “Maestro Calvani”. 

Desde 1974 y hasta su muerte en 1986, como secretario general de la ODCA, fue figura clave en la democratización de la región. Hoy, los venezolanos en medio de esta crisis ética, moral e ideológica que nos destruye, debemos recordar su figura de excepción en nuestra historia contemporánea, para ponerla de ejemplo a nuestros jóvenes políticos. 

Calvani fue un apóstol de la democracia y un caballero de la justicia y la tolerancia. Pasó su vida sembrando ideas y principios, pero como expresara Confucio: “Se diferenció de muchos otros, porque los amó y los practicó con pasión, desinterés y entrega”.   

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