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Un nuevo día amanece, y con él se inicia su obligación de alimentar a su familia. Los pensamientos lo invaden, qué hacer, se pregunta, ¿dónde acudir?, todo está muy caro y lo que gana cada vez alcanza menos, la comida y el transporte que subió su costo bajo el mismo argumento: que si el aumento del salario mínimo, los cauchos, la batería, el mismo cuento, para que las chatarras continúen rodando y los dueños de buses viejos se llenen sin sentimiento alguno por los necesitados de ese servicio. Total, las víctimas de esa guerra de ricos y pobres contra pobres, imposible que la ganen estos últimos.
Vuelven los colegios, sin saber cómo enviarán a los muchachos. Uniformes; útiles; pasajes; sin circulante en los bancos, a los que le queda cerrar; la queja y el lamento es general. Recuerda las promesas del Gobierno, y le entra un pequeño alivio momentáneo, pero recapacita para concluir que por esa vía no conseguirá nada. No tiene Carnet de la Patria ni cuenta bancaria, lo que lo inhabilita. Ahora le hablan de una Constituyente, suerte de nuevo bálsamo para dar al pueblo lo que en años no ha recibido. Más promesas y mentiras se enfrentan a su verdad, darle de comer a los suyos. No puede ni debe cansarse; sin su pobreza ellos lo serán mucho más, sólo le duelen a él.
¿Qué hicimos los venezolanos para estar sometidos a esta desgracia? Creimos, confiamos y dimos poder que ha sido utilizado contra nosotros. Somos más pobres y desvalidos que antes. ¿Será castigo de Dios lo que estamos sufriendo? No puede ser, reflexiona, Dios es bondad y no hace maldad. Es castigo de quienes nunca debieron llegar al poder. El pueblo es sabio, y la hora de enderezar el rumbo ha llegado para reivindicar la verdad y la honestidad administrativa, acabar con la corrupción, donde desaparezca la dádiva calculada y engañosa, y que todos tengan confianza en quiénes asuman la responsabilidad de reconstruir nuestro país.
El miedo se aferra a quien lo padece, y en su paranoia por sostener lo falso fantasea, miente, agrede y rebusca en su enfermo cerebro cualquier argumento que le sea útil para seguir engañando. Todos aquellos que en ejercicio abusivo del poder y terminan repudiados y enjuiciados, es porque en los ciudadanos está el derecho de reivindicar para sí el deber de corregir el error que de buena fe y confiado cometió. El tiempo por venir nos anuncia la llegada de nuevas esperanzas, para transitar por un camino que nos devuelva la paz y la confianza.