El consumismo es un sofisma

Acomodar la ley a conveniencia de quienes ostentan el poder o el manejo del dominio público, convierte a quienes representan al colectivo en fascistas, nazistas o totalitaristas

Salvar la vida, la integridad física y mantener libre de imputaciones perversas y tergiversaciones sobre su conducta al inocente, la astucia es un defecto y no una virtud. Todo representante de una comunidad, un colectivo, clan, ciudadanía, pueblo o como se le quiera llamar a un conglomerado de individuos que forman una nación, debe conocer a la perfección, acatar y cumplir a cabalidad la Constitución de  dicha nación. De otro modo, su participación sería lo que nuestro Libertador llamaba: “Colmo de la miseria”. En otras palabras, es tener poder y no saberlo utilizar. Eso implica tergiversación de la ley, abuso de poder, malversación de fondos públicos y sobre todo, mala interpretación de la Constitución. 

En términos modernos, acomodar la ley a conveniencia de quienes ostentan el poder o el manejo del dominio público, convierte a quienes representan al colectivo en fascistas, nazistas o totalitaristas. Algunos especialistas en estos términos en el siglo XX y XXI lo representan el soviético Ilich Ulianovsk, la marxista socialdemócrata Agnes Héller, el nazista J. Goebbels de Hitler, el fascista B. Mussolini, el populista J. D. Perón, y más recientemente los sociocomunistas, déspotas neofeudalistas Fidel Castro y el fallecido procomunista castrista Hugo Chávez.

Decir que “ser rico es malo”, cae en lo absurdo de la desconsideración humanitaria mas que humanista, pues la misma naturaleza de la especie le otorga al ser humano el privilegio (llamado inteligencia) para luchar, investigar, utilizar la inteligencia en pos del progreso, tanto peculiar como colectivo (cultura). Por tal motivo, el ser humano  es consumista; tal característica peyorativamente es un sofisma, es peor que un eufemismo para tratar de no herir la dignidad del criticado por mala conducta, de ahí que inhibirse de cargos como magistrado para no darle la razón a quien la tiene, es inmoral. Cuando un líder hunde en la miseria a un pueblo por un capricho narcisista, es un miserable. 

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